Leyendas mexicanas para contar en Día de Muertos; cinco historias para este 1 y 2 de noviembre

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Leyendas del Día de los Muertos | Reuters

El Día de Muertos es una de las festividades más importantes en México y entorno a esta celebración, hay un sinnúmero de tradiciones, entre ellas las leyendas que han pasado de generación en generación.

¿Cuáles son las leyendas mexicanas y por qué son tan populares?

Las leyendas del Día de Muertos forman parte de una cultura obsesionada con la muerte. Cuentos de fantasmas y espíritus reflejan la inquietud mexicana sobre la vida después de la muerte y abordan temas como el resentimiento, la pena, el dolor y el amor. Sirven como un espejo que revela nuestros anhelos y supersticiones, e incluso pueden causar algunos sustos.

5 leyendas mexicanas de Día de Muertos que debes conocer antes de morir

La Rumorosa

La Rumorosa es una de las carreteras más peligrosas de México. Atraviesa la Sierra de Juárez y, entre curvas y pendientes empinadas, se encuentra un secreto aterrador. Se cuenta que por la noche se puede ver la aparición de una mujer. Eva, una enfermera de Tijuana, fue llamada para atender a un paciente cerca de la temida carretera. Eva salió de noche y se perdió poco después de comenzar su camino. Intentó detener algún coche para que la ayudara, pero nadie paró. A medianoche, las piedras que rodeaban el peligroso camino se transformaron en serpientes, arañas y chivos con ojos diabólicos que susurraban su nombre. Asustada, la enfermera trató de huir, pero se tropezó y cayó por un acantilado. Se dice que su alma aparece en La Rumorosa, tratando de detener coches y pidiendo ayuda.

La Isla de las Muñecas

La leyenda de la Isla de las Muñecas, situada en los canales de Xochimilco, Ciudad de México, cuenta la historia de Don Julián Santana, un hombre que vivió en la isla y comenzó a recolectar muñecas para ahuyentar a los espíritus. Según la leyenda, Don Julián encontró el cuerpo de una niña que se había ahogado cerca de su chinampa. Poco después, comenzó a escuchar voces, pasos y lamentos en la oscuridad, lo que lo convenció de que el espíritu de la niña rondaba el lugar. Para protegerse, comenzó a colgar muñecas viejas en los árboles y alrededor de su cabaña, con la esperanza de apaciguar al espíritu y mantener otros espíritus alejados.

Con el tiempo, la isla se llenó de cientos de muñecas, muchas de ellas en condiciones desgastadas, sin ojos o con cuerpos incompletos, lo que les da un aspecto aterrador. Algunas personas aseguran que las muñecas mueven la cabeza o los brazos, o que los ojos siguen a los visitantes. Años después, en 2001, Don Julián fue encontrado muerto en el mismo lugar donde él afirmaba haber hallado a la niña. La leyenda cuenta que el espíritu de la niña lo llamó a unirse a ella.

La Matlacihua

La leyenda de La Matlacihua, también conocida como ‘la mujer que engaña’, cuenta sobre el espíritu de una mujer hermosa que aparece en las noches para atraer y engañar a los hombres, llevándolos a lugares peligrosos o aislados, donde terminan perdiéndose o incluso muriendo.

Según la leyenda, La Matlacihua se presenta como una mujer de belleza cautivadora, con cabello negro y un vestido blanco. Camina sola por los caminos y los pueblos durante las noches, llamando la atención de los hombres que la ven. Si alguno intenta acercarse o seguirla, ella lo atrae hacia el campo, la montaña o un río, llevándolo cada vez más lejos de su hogar. Justo cuando el hombre está totalmente perdido, La Matlacihua revela su verdadera apariencia: se convierte en una figura espectral, con un rostro cadavérico y ojos sin vida.

La leyenda tiene varias versiones, y en algunas se dice que La Matlacihua fue una mujer que en vida sufrió una gran traición por parte de su amante o esposo, lo que provocó su muerte y su transformación en este espíritu vengativo. Su misión, según algunas historias, es castigar a los hombres infieles o aquellos que muestran deseos inapropiados.

La Casa de la Tía Toña

Se cuenta que la Tía Toña era una mujer solitaria y de buen corazón que, tras haber sufrido la pérdida de su familia, decidió abrir su casa para acoger a niños de la calle. Los alimentaba, les daba un lugar donde vivir y buscaba ofrecerles una vida mejor. Sin embargo, con el tiempo, estos niños comenzaron a comportarse de manera desagradecida e incluso violenta. La leyenda dice que, en una noche de ira y frustración, la Tía Toña perdió el control y, en un arrebato, acabó con la vida de algunos de los niños y luego, consumida por la culpa, se quitó la vida en la casa.

Desde entonces, se dice que el espíritu de la Tía Toña permanece en la casa, atrapado entre sus paredes. Las personas que se atreven a acercarse a la casa suelen contar que experimentan una sensación de angustia, que escuchan ruidos extraños, lamentos y susurros, o ven sombras que se mueven por las ventanas. También se cree que la Tía Toña aparece en persona, observando a los intrusos desde las ventanas o, en algunos casos, dentro de la casa, pidiendo que se vayan. La casa, ubicada en una zona boscosa de Chapultepec, es un lugar al que pocos se atreven a ir, y quienes se acercan al lugar aún afirman sentir la presencia de esta mujer atormentada y los ecos de los trágicos sucesos que allí ocurrieron.

El Hospital de Morelia

La leyenda del Hospital Civil de Morelia, en Michoacán ha generado muchas historias que han hecho al recinto infame. Una de las historias más contadas es la de ‘La Planchada’, una enfermera fantasma que se aparece en los pasillos y cuartos del hospital. Según la leyenda, esta enfermera, llamada Eulalia, trabajaba en el hospital y se distinguía por ser muy dedicada y tener un impecable uniforme blanco. En vida, Eulalia se enamoró de un médico del hospital, quien la engañó y abandonó. Ahogada en una profunda tristeza, su comportamiento cambió. Comenzó a descuidar a sus pacientes y los empezó a tratar con frialdad, hasta que una noche, una de sus negligencias resultó en la muerte de un paciente. Consumida por la culpa, Eulalia se enfermó y falleció poco después.

Después de su muerte, los pacientes y el personal comenzaron a reportar la aparición de una enfermera de uniforme impecable, que cuidaba a los enfermos durante la noche. A esta aparición se le atribuyen actos de atención, como ajustar el suero, tapar a los pacientes o verificar sus signos vitales. Muchos afirman que cuando han sido atendidos por ella, sienten una presencia fría y tranquila, sin saber hasta después que no se trataba de una enfermera real.

Además de La Planchada, también se cuentan otros fenómenos paranormales en el Hospital Civil de Morelia: ruidos inexplicables, pasos en los pasillos vacíos y voces de lamento. Para los trabajadores y pacientes, este hospital guarda muchas historias de miedo, y su atmósfera antigua y solemne alimenta las creencias de que los espíritus aún habitan en el lugar.

¿Cuándo es Día de Muertos y por qué se celebra? Origen e historia

El Día de Muertos se celebra el 1 y 2 de noviembre. Esta tradición honra a los seres queridos que ya no están presentes, ofreciéndoles comida, bebida y objetos que disfrutaban en vida. La celebración refleja la relación especial que muchas culturas mesoamericanas tenían con la muerte, vista no como el final, sino como una transición hacia otra etapa de la existencia.

La celebración del Día de Muertos tiene raíces prehispánicas, y se cree que comenzó con culturas como la mexica, purépecha, maya y totonaca. Para estos pueblos, la muerte era un proceso de transformación y un ciclo natural que debían honrar. Cada cultura tenía sus propios ritos funerarios y creencias sobre la vida después de la muerte. Por ejemplo, los mexicas creían que los muertos iban a distintos lugares según la forma en que fallecieron, y se les honraba mediante rituales especiales, ofrendas y ceremonias.

Con la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI, las festividades prehispánicas se mezclaron con las tradiciones católicas, como el Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, que caen el 1 y 2 de noviembre, respectivamente. Así, el Día de Muertos se convirtió en una mezcla de ambas tradiciones: los elementos indígenas se fusionaron con prácticas cristianas, resultando en las festividades que conocemos hoy en día. El Día de Muertos es reconocido por su colorido y simbolismo y ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2008.

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