* La firma de Nicolás Flórez Parra
El tierrero que siempre ha sido está revuelto. Así es muy complicado concentrarse en hablar de deportes. En una época en la que Colombia debería estar emocionada y célebre por los logros de sus atletas en los Juegos Panamericanos y la asignación de ese certamen para Barranquilla en 2027, las caras largas abundan por los tristísimos hechos que hoy se viven.
El secuestro de los padres de Luis Díaz es un hecho doloroso que ha adquirido relevancia internacional por la fama del personaje afectado y une muchas voces con el pedido de libertad para don Luis Manuel. Más allá del discreto momento deportivo que el jugador trae con la Selección Colombia, es tiempo de rodearlo. Si quiere ausentarse de la próxima convocatoria, se entiende; si decide que está listo para jugar con la Tricolor, también. Sea lo que sea, ojalá que se dé con esta mala experiencia como un mal recuerdo y su familia de nuevo reunida.
Ese suceso es otra muestra, mucho más visible, de lo mal que van las cosas en Colombia en casi todo. Las calles de las ciudades han sido tomadas por el hampa y el miedo a ser el siguiente. El que no tenga que salir a nada, que mejor se quede en su casa. Este mismo fin de semana se hicieron las elecciones regionales y los resultados hablan muy claro: una bofetada al Gobierno nacional de Gustavo Petro, que sí ha sido un cambio, pero a peor. Flojera es lo único que se siente al mirar la fecha y saber que le quedan poco menos de tres años en el poder. Se les dijo, se les repitió, se les advirtió…
Lejos de tener alguna inclinación por la piromanía, ‘arson’ es una palabra en inglés que me gusta. Me llama la atención por ser un término corto que denota tantas cosas y que no se puede expresar con un vocablo sencillo en español. Traduce ‘incendio provocado’ y me llegó de inmediato a la cabeza horas antes de que se produjera el secuestro de los padres de Luis Díaz. Es que fue un sábado bien intenso.
En vísperas de los mencionados comicios, una turba enardecida acabó con una oficina de la Registraduría en Gamarra, municipio del Cesar. No fue suficiente con causar destrozos y sembrar el terror, sino que prendieron fuego y apagaron la vida de la funcionaria Duperly Arévalo Carrascal, madre soltera que deja dos menores huérfanos. Calcinada y encerrada entre un baño, ella no tuvo oportunidad de evadir tal caos.
Ambos hechos resultan lamentables, pero también permiten ver dos caras de la moneda. La liberación de doña Cilenis Marulanda, la madre de Luis Díaz, se dio en medio de una pronta reacción de las Fuerzas Armadas. Algunas versiones hablan que hubo intrercambio de disparos con los captores y que la presión fue tanta que no les quedó más camino que dejarla ir. Al otro lado, los videos grabados por los uniformados dentro de la Registraduría permitieron ver la inoperancia de las autoridades, que solamente se animaban a decirle a las personas que salieran ante el inminente incendio que se iba a dar. ¿Para qué carajos tienen un arma de dotación? El presunto incendiario tuvo todo el tiempo que quiso para arrojar la gasolina y permitirse varios intentos de encender el cerillo. Curiosamente, el hombre es un expolicía y llevaba puesta la camiseta de la Selección Colombia. Cómo es la vida. Si Duperly hubiese sido familiar de un personaje famoso, quién sabe, a lo mejor el tema no pasa de una ventana rota.
Lo cierto en medio de todo esto es que la situación les está tocando a todos. En Colombia no se puede vivir, aquí se sobrevive. Eso siempre ha sido así. El subdesarrollo de esta sociedad no deja mucho espacio en las primeras planas para noticias que no tengan que ver con tragedias y había que recurrir a la ilusa imaginación para pensar en un mejor país. Hoy, ni cabeza para eso hay.
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