Águilas Doradas ahora es un camarón: las claves de la goleada de Deportes Tolima en Rionegro

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Jugadores de Deportes Tolima celebran un gol. - Vizzor Image.
Jugadores de Deportes Tolima celebran un gol. – Vizzor Image.

Cómo cambian las cosas de rápido. Hasta hace unos días, Águilas Doradas estaba en boca de todos por ser claro favorito para llegar a la final y haber conseguido el récord de invicto en la primera fase del campeonato. Hoy ya es un equipo fundido que se dejó ver muy mal en su casa y pasa a ser una presa de los competidores que tiene en el cuadrangular.

El Deportes Tolima repitió las buenas formas que le abonaron la victoria ante Junior y pasa a liderar en solitario el grupo B. Una cancha en un estado lamentable combinó con la lluvia y la floja asistencia al estadio Alberto Grisales de Rionegro.

Camarón que se duerme

Como si se tratara de la transformación de los animales, Águilas Doradas dejó de ser un ave imponente que volaba alto para tomar el papel de un camarón. Sí, un crustáceo de esos que se duermen y se los lleva la corriente. El trabajo defensivo fue vergonzoso y muy pronto costó caro.

Un pase largo de César Haydar ubicó a Diego Herazo explotando en velocidad y partiendo habilitado. El control con el hombro y la definición a un rincón llevó a que el Tolima se pusiera a ganar desde el minuto 6. Aunque inicialmente el árbitro Nicolás Gallo señaló que había mano, el oportuno llamado del VAR le permitió una revisión esclarecedora para convalidar la jugada.

La más clara de cuadro antioqueño llegó por cuenta de Marco Pérez, quien estaba en buena posición para rematar al arco de primera, pero pifió el disparo y perdonó lo que era el empate. Si no es por José David Contreras, el partido se iba con goleada antes del descanso, pues el portero local salvó un mano a mano contra Herazo y un misil de media distancia de Jeison Lucumí.

Tropezar dos veces con la misma piedra

El control del partido lo tenía Águilas, pero la ineficacia a la hora de resolver el último pase le permitía a la visita defenderse con cierta comodidad. Estaba claro que al Tolima no le interesaba mucho tener la pelota, sino resolver con ella. Ya el que había sido el mejor equipo del campeonato en la primera fase estaba advertido de eso.

A pesar de los avisos, le volvieron a aplicar la misma fórmula. Esta vez, Juan Pablo Nieto se encargó del lanzamiento largo para que Herazo volviera a hacer de las suyas en cabalgata. La jugada fue similar al mano a mano que ya había atajado Contreras, pero el delantero se decidió por un engaño de potencia para definir sutil entre las piernas del guardameta y celebrar el doblete al 37′.

Modificaciones que no son cambios

Estaba claro que lo que se estaba viendo en Rionegro era un sorpresa tremenda. El equipo que terminó invicto en las 20 fechas del todos contra todos estaba siendo sometido y desperdiciando la ventaja del punto invisible. César Farías decidió refrescar el ataque con el ingreso de Wilson Morelo en remplazo de Johan Caballero.

No obstante, ese cambio no era el más importante. Era evidente que las fallas defensivas representaban un peligro latente. Si el entrenador venezolano habló con sus zagueros en el entretiempo, no se notó. Pasaron solamente unos segundos desde la reanudación ante de que Kevin Pérez se metiera al área y Mateo Puerta lo derribara de manera infantil e ingenua, engañado por un movimiento de cintura simple. Penalti. Herazo tomó la pelota con convicción y el derechazo dictaminó una goleada parcial de 0-3 al 48′.

Pasar del anonimato al desprestigio

Una cosa es ir perdiendo un partido, pues todos los equipos caen en algún momento, pero otra es permitir una humillación en casa. A Águilas se le olvidó cualquier concepto que lo había llevado a ser el mejor equipo en rendimiento del semestre. Parecía que el Deportes Tolima se había convertido en redentor de Independiente Santa Fe para vengar aquella goleada 0-5 que metió el cuadro antioqueño en El Campín.

Contreras era una víctima más. Hacía lo que podía para evitar un mayor desastre y, ciertamente, tuvo poca responsabilidad en los goles. Atajó otro disparo potente de Pérez, pero el tiro de esquina iba a traer el cuarto gol. El mismo golero salvó casi sobre la línea y el rebote quedó servido para que Julián Quiñones ampliara la distancia al minuto 58. Águilas Doradas, equipo desconocido hasta hace unos años, pasó a al desprestigio en un pestañeo.

Cualquier empeño que puso Águilas por ir al frente y buscar un gol que disimulara el desastre resultó inútil. Tuvo que conformarse con intentos de media distancia que resultaron de fácil resolución para Neto Volpi. El Pijao tuvo espacio hasta para hacer los cambios necesarios como para preservar fuerzas de cara al partido en visita contra el Deportivo Cali e ir en serio por un cupo en la gran final.