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Si en algún momento se sintió algo de mejoría general en las condiciones de desarrollo del fútbol profesional colombiano, no duró mucho. Una nueva turbulencia desde distintos ángulos le ha quitado la paz al deporte más popular del país y las noticias se vuelven a llenar con titulares preocupantes de lo que cada día acontece. Esto, en pleno 2023, cuando Dimayor celebra 75 años desde su creación.
El rendimiento de los equipos y los análisis deportivos deberían ser el tema que se lleve toda la atención. No obstante, los escándalos han vuelto a ser los protagonistas y hacen prever un nuevo fin de año en medio de las polémicas y la mala organización.
La noche del jueves se vio alterada por la invasión de hinchas de Real Cartagena a la cancha del Estadio Jaime Morón. Un resultado en contra en el partido ante Fortaleza CEIF volvió a mover indebidamente los ánimos, al punto de que se presentaron hechos de violencia y se empañó el espectáculo. Los argumentos de quienes están a favor de volver a poner mallas que separen las tribunas del terreno de juego toman fuerza.
Otro de los puntos que ya sigue generando incertidumbre, como se volvió normal semestre tras semestre, es el del calendario. El formato del campeonato, que consta de una primera fase de 20 fechas, una etapa semifinal con cuadrangulares con seis jornadas y una final a doble partido se volvió insostenible. El tiempo no alcanza.
Más allá del pobre nivel de los clubes a nivel internacional, casi se mira como un favor que ningún equipo haya logrado llegar más lejos en la Copa Libertadores o la Copa Sudamericana. Si eso hubiese sido así, hubiese estado obligado a jugar días seguidos, tema que ya se le volvió recurrente a equipos protagonistas como Millonarios o Atlético Nacional. Esas dos instituciones ya andan haciendo maromas para poder jugar lo que tienen por delante, pues también están en la semifinal de la Copa BetPlay.
Hay que aclarar que muchos de estos inconvenientes caen por cuenta de otros propósitos en los escenarios deportivos. Lo que inicialmente se pensó como un espacio prioritariamente enfocado para la realización de partidos de fútbol —algo apenas obvio viendo la cancha en medio de las tribunas— ha dejado de ser. Ahora las alcaldías prestan el espacio para cuanto concierto y actividad aparece. La ley ampara este derecho para el disfrute de otras personas. Gran placer tiene el Deportivo Cali al ser el único equipo con estadio propio.
Lo anterior tampoco resulta en una excusa de mucho peso cuando se ve que hay actividades que se programan con meses de anticipación y que Dimayor sabe bien que tiene un lío para cumplir con los tiempos de los torneos desde que se decidió que iba a haber 20 equipos en primera división. Han tenido el tiempo y las evidencias para reformar el formato, pero los dirigentes siguen optando por meter el pie en el mismo hueco una y otra vez. Tema para otra ocasión, saber que, así fuera económicamente viable para los clubes construir sus estadios, tendrían que mudarse de municipio, pues en las ciudades no hay apoyo para este tipo de proyectos. Téngase en cuenta que sería acabarles un ingreso casi fijo por el alquiler de los estadios para el fútbol, propósito para el que fueron diseñados.
No hay que olvidarse de la crisis institucional generalizada. Después de lo que fue el escándalo por la reventa de boletería para el Mundial de Rusia 2018, la Superintendencia de Industria y comercio ha vuelto a la carga con otra investigación en contra de la Federación Colombiana de Fútbol, Dimayor y la mayoría de los clubes profesionales. Se les acusa de violar normas básicas para garantizar la libre competencia con lo que sería un cartel de sueldos para las jugadoras del fútbol femenino. Están expuestos a millonarias sanciones.
Por no ir más lejos, el fútbol masculino también está a punto de una huelga por parte de jugadores y clubes. Por un lado, la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) ha recibido el aval de la ley para ser reconocido como gremio sindical y tener voz para sentarse a negociar puntos con las autoridades del fútbol. Se viene un cinturón de condiciones para mejorar el bienestar de los futbolistas.
De otra parte, el fútbol colombiano está mal concebido desde sus estatutos, pues se ha dado igualdad de importancia en el voto de cada uno de los 36 clubes, así como la torta de los ingresos por televisión se reparten de manera igual, sin importar ni un poco el rendimiento deportivo o la importancia de cada institución. A la gente se le olvidó que el fútbol colombiano en general sobrevive con el interés que generan Millonarios, América de Cali y Atlético Nacional. Toda la actividad se acabaría si estos tres equipos entraran en huelga.