* La firma de Nicolás Flórez Parra
Esta columna sí tiene que ver con deporte, pero antes hay que tocar el evento astronómico que aconteció por estos días. Meses de expectativa antecedieron al eclipse solar que se observaría en varias partes del continente americano. Era la primera vez que me tocaba, pero no, qué va. Se suponía que el cielo se iba a oscurecer y, la verdad, fue una decepción. Es ley que en Bogotá ningún fenómeno astronómico se pueda ver por cuenta de las nubes que siempre conspiran en el altiplano cundiboyacense. Ni así, tapado, se notó menos luminosidad. Un día normalito.
Como son eventos tan raros, se escucha sobre alteraciones al destino, variaciones en el estado del ánimo e infinidad de rituales medio esotéricos para atraer la paz, el amor y la abundancia. No creo en nada de eso, pero varias cosas que sucedieron en víspera del eclipse ya me ponen a dudar sobre los efectos que esto pudo tener en nuestra realidad. Muchas cosas salieron al revés, cosa común en el 3er mundo.
El partido se la Selección Colombia contra Uruguay en Barranquilla es el mejor ejemplo. Después de mucho tiempo, por fin se pudo ver un Estadio Metropolitano en ambiente. La gente acudió para colmar las gradas y alentar de manera presentable a la Tricolor. Mis súplicas escritas en columnas anteriores fueron escuchadas y la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) por fin dejó sonar el himno nacional como es. Los jugadores colombianos salieron con el grito de batalla propicio.
Si lo anterior no es bastante extraño, hay que ver lo de James Rodríguez. He sido, soy y seguramente seguiré siendo un crítico extremo del jugador del Sao Paulo. Pero hoy no toca. Quedé realmente sorprendido con el nivel que el ’10’ mostró el pasado jueves. Jugó muy bien y fue el mejor del partido en el que Colombia estuvo a punto de ganar. Al cucuteño se lo volvió a ver como en otras épocas. Hoy corresponde reconocerle su labor y aplaudirle. ¿Casualidad? No. El eclipse, amigos, el eclipse tiene lo suyo.
Y si estamos hablando de cosas que salen al revés pues también hay que dar el palo correspondiente a quienes no lo vienen haciendo bien. Yo no entiendo cuál es el miedo a criticar, pero ya no me sorprende que haya gente muy influyente queriendo tapar el sol con un dedo. Luis Díaz jugó muy mal y hay que decirlo, aceptarlo. No se trata de crucificarlo, pero el atacante del Liverpool sigue en deuda con la Selección Colombia. Sus recientes salidas con el combinado nacional han sido torpes y erráticas. El que se supone que debería figurar por bueno está siendo protagonista por sus fallos increíbles y poca contribución al propósito común. Maldito eclipse.
Eso sí, hay cosas que ni un fenómeno astronómico pueden cambiar. La desgracia de tener a Dávinson Sánchez en la defensa ya no tiene nombre. Solamente hace falta verlo en el área chica “despejando” una pelota hacia el punto penalti para ponerse una mano en la frente y otra en la boca para no poner un madrazo en el cielo. ¿Hasta cuándo, Néstor Lorenzo? Ya es hora de irlo apartando. Ojo, que el siguiente eclipse solar está para el año 2028.
* * * * * * * * * *
En columnas anteriores:
- Desde el 3er mundo: el descenso de Atlético Huila merece champaña
- Desde el 3er mundo: el fútbol colombiano es nido de idiotas, tramposos y asesinos
- Desde el 3er mundo: Colombia pierde carreras por culpa de la pelota… y no es la de fútbol
- Desde el 3er mundo: la Selección Colombia salió perdiendo contra Venezuela y le ganó de milagro
- Desde el 3er mundo: los riesgos tontos de Néstor Lorenzo en la Selección Colombia