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Colombia volvió a ceder puntos en casa e igualó contra Uruguay 2-2 en Barranquilla cuando se caía el telón del partido. Varios fantasmas del pasado aparecieron nuevamente en El Metropolitano y un proceso de comienzo alentador quedó quieto en primera. Preocupa. Para muchos si, para otros no porque para el próximo Mundial van siete selecciones de 10.
Primero, se volvió a entrar en el laberinto sin salida de la hora del partido. Del calor como enemigo principal para ambas selecciones. Por momentos quedó demostrado. Segundo; Uruguay tuvo opciones muy claras y cuando estuvo contra las cuerdas, los jugadores de la Selección Colombia no tuvieron la claridad y la lucidez suficiente para dejarlos en la lona. Con el 2-1 arriba, el palo lo negó en dos oportunidades y Luis Díaz sigue siendo preso de la ansiedad. Esa obligación de brillar con su gente.
Tercero, el bendito juego aéreo que nunca aprendió un jugador colombiano a contrarrestar. Ese que nos ha quitado títulos continentales y que todos los rivales aprovechan con la sencilla razón de: “Ellos no saben jugar en el juego aéreo”. Uruguay sí y cada vez parece que lo hicieran mejor. Así llegó el empate cuando apenas arranca la segunda parte.
Por último, el gol del empate de Uruguay nace de errores que no se pueden permitir en el fútbol de hoy. Colombia se durmió y en este tipo de encuentros en la Eliminatoria, no hay que regalar nada. Frank Fabra, con eso, tuvo para darle leña a sus críticos y que el fuego siga creciendo cada vez que es convocado a la Selección Colombia. Cansado y con esa pereza que se le caracteriza, dejó que un rival jugara a riesgo y lanzara el balón a las espaldas de sus compañeros; que posteriormente terminó en la falta de Camilo Vargas y el gol de Darwin Núñez.
Ahora se viene Quito con un antecedente que nadie quiere recordar. Ojalá, esta nueva generación mezclada con la anterior, haya aprendido de los errores y alejen esos fantasmas que se encargaron de aguar la fiesta y de quitarnos las alegrías de las manos.