El peor hackeo de la industria de los videojuegos

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FragHero

Hackers. El término se puso de moda a finales de los 90, gracias a películas como Matrix y Golden Eye; sin embargo, los hackers han pasado de ser genios informáticos y piratas cibernéticos a ser un dolor de muelas en la industria de los videojuegos. Desde los tramposos que no dejan que otros disfruten de un juego limpio en partidas online, hasta colectivos enteros de hackers que, en cuestión de días, ya han logrado piratear los títulos más recientes y esperados del mercado. Sin embargo, hay una historia sobre el hackeo que deja a las demás como simples travesuras, ya que no sólo costó millones de dólares en daños y reparaciones, sino que destruyó por completo la confianza de los usuarios hacia esta compañía. Se trata, en términos simples, del mayor ataque informático no sólo a una empresa de videojuegos y entretenimiento, sino de toda la historia.

Corría el año 2011 cuando Sony lanzó un anuncio poco usual: su plataforma en línea, PlayStation Network, estaría fuera de línea temporalmente, en lo que se realizaban trabajos de mantenimiento. Lo que parecía ser un trabajo de rutina y nada más que una breve molestia para los usuarios, en realidad, era apenas la punta del iceberg de toda la debacle que vendría en semanas futuras. Pero, antes un poco de contexto. 

George Hotz era un hacker que saltó a la fama por ser la primera persona en desbloquear un iPhone exitosamente. Esta hazaña la logró siendo sólo un hacker amateur en el lejano año 2007. A partir de ahí, la carrera de Hotz repuntaría y se le conocería como uno de los hackers más famosos del mundo. 

Años después, Hotz anunció sus intenciones de hackear el PlayStation 3, lo cual consiguió con éxito. Este hacker le ofreció al mundo los secretos del PlayStation 3, con lo que cualquier persona podía modificar la consola y jugar títulos pirateados. Esto no fue del agrado de Sony, como uno esperaría. La empresa japonesa de tecnología respondió con un parche que eliminaba las vulnerabilidades de la consola y, hasta ahí, todo bien. 

Sin embargo, en 2010, un grupo de hackers conocido como Fail0verflow retomó el trabajo de Hotz y logró penetrar la seguridad del PlayStation 3. Hotz estaba impresionado por la hazaña, por lo que compartió públicamente el hack del colectivo. Sony necesitaba a quién culpar y encontró en su viejo enemigo, George Hotz, el chivo expiatorio perfecto. Sony demandó legalmente a Hotz por un hack que él no realizó, sino que sólo se limitó a compartir, lo que dejó al joven hacker sumamente molesto con Sony. 

Un año más tarde, en el primer cuarto de 2011, la desgracia cayó sobre Sony y su servicio en línea. Aún no se sabe quién estuvo detrás del ataque cibernético, pero lo que sí sabemos es que PlayStation Network estuvo sin servicio durante casi un mes. Al principio, Sony se negaba a aceptar tajantemente el hackeo y se referían al ataque con palabras como “supuesto” o “que pudo haber existido”. Lo peor de todo es que Sony no confirmó que la información personal de 77 millones de usuarios se filtró de su base de datos sino hasta que estuvieron 100% seguros, varias semanas después de que se iniciara el hackeo. 

Esto enfureció a los usuarios, cuya información estaba comprometida. Datos como nombres completos, direcciones y hasta teléfonos estaban en manos de quién sabe quién y Sony no supo qué hacer al respecto. De lo que sí estaban seguros era de que la información de las tarjetas de crédito estaba segura y, para probarlo, estaban dispuestos a ofrecer un seguro contra fraude de tarjeta de crédito a cada usuario afectado por un monto de un millón de dólares. Además, como compensación, Sony regaló juegos y un mes de PlayStation Plus a los usuarios afectados. 

En total, el ataque le costó a Sony cerca de $171 millones de dólares, entre daños y reparaciones. Esto, claro, sin mencionar el daño potencial que pudo haber surgido de que todos esos datos se filtraran a Internet. Han pasado más de 10 años y, a la fecha, seguimos sin saber el origen y los motivos detrás del hackeo, pero muchos apuntan a Hotz como un posible autor intelectual, trabajando desde las sombras, para vengarse de una compañía que lo había tratado mal en el pasado. ¿Qué mejor venganza que realizar el peor hackeo que el mundo haya visto? Ni siquiera necesitaría vender la información obtenida. Con los daños a Sony, tanto a su billetera como a su reputación, habría sido más que suficiente.