Juegos atómicos para entrar en el mood Oppenheimer

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Bethesda/Universal Pictures

La guerra. La guerra nunca cambia. A partir del 1945, el mundo no fue el mismo. Con la detonación de las dos bombas atómicas en Japón, la forma de entender la energía nuclear pasó del optimismo futurista al pesimismo apocalíptico. A partir de ese momento, nació lo que hoy conocemos como la cultura del átomo, una corriente en la que se imaginaban futuros, ficciones y realidades a partir del dominio del poder nuclear, que dio pie a grandes obras como Godzilla, los X-Men o, más recientemente, franquicias como Fallout. Y, por supuesto, Oppenheimer, la más reciente película de Christopher Nolan sobre el hombre que lo hizo todo posible, junto a su grupo de genios en el desierto.

Para entrar a tono con Oppenheimer, conozcamos algunos de los mejores juegos producto de la cultura del átomo, que imaginan futuros tan brillantes o tan oscuros como las posibilidades mismas de la energía nuclear.

Fallout

El juego quintaesencial que logra capturar el humor negro, la sátira al estilo de vida americano y los valores de la cultura estadounidense, el retrofuturismo de los 50 y la cultura del átomo a la perfección. El universo Fallout, en el que la guerra nuclear sí sucedió entre China y Estados Unidos, es amplio, vasto y desarrollado como pocos mundos de ficción. Fallout nos muestra el lado oscuro de la humanidad, desde antes incluso de que cayera el primer misil intercontinental. El título guarda, en sí mismo, una doble intención. Por un lado, se refiere al proceso de caída de material nuclear una vez que ha detonado una bomba y ha sido lanzado a la atmósfera. Por otro lado, también se refiere a la caída de la civilización y la decadencia de la humanidad, propiciada por un estado de naturaleza del que Hobbes estaría orgulloso… o aterrado.

Atomic Heart

La respuesta soviética a Fallout, Atomic Heart nos pone del otro lado de la Cortina de Hierro, en una ucronía en la que la URSSS no sólo ganó la Segunda Guerra Mundial, sino la Guerra Fría también. Ahora, como una súper potencia que pudo conquistar el átomo antes que los Estados Unidos y el Proyecto Manhattan, herencia de la Operación Paperclip, la Unión Soviética domina el mundo, el comunismo Stalinista-Leninista es la principal corriente de pensamiento y los autos, literalmente, vuelan. ¿Qué podría salir mal en un mundo donde todo parece estar bien?

S.T.A.L.K.E.R.: Shadow of Chernobyl

El peor accidente nuclear de la historia, Chernobyl, mostró nuevamente los horrores de la energía nuclear cuando ésta se sale de control e hizo décadas de daño ante la opinión pública para el uso de energías nucleares limpias y seguras. Sin embargo, también pudo haber sido el punto de inflexión de la URSSS y la forma en la que se vieron las grietas en las naciones soviéticas y sus gobiernos. Justo en ese punto entramos a S.T.A.L.K.E.R., un título que nos presenta a un grupo de exploradores y mercenarios tan audaces como para atreverse a entrar a la zona de exclusión de Chernobyl, pese a la fauna irradiada y las extrañas anomalías en su interior.

X-Men: Children of the Atom

Si bien, en los cómics de Marvel, el gen X, encargado de otorgar las mutaciones, existe desde los inicios de la especie humana, fue a partir de la década de los 60 que más mutaciones, con mayor velocidad, se empezaron a producir. ¿La razón? La cantidad desmedida de pruebas nucleares, que liberaron material radiactivo excesivo a la atmósfera. De ahí que, en la actualidad, existan más mutantes que antes. De ahí que uno de los apelativos de los X-Men sea, precisamente, los hijos del átomo.

Este título recupera ese nombre y nos presenta uno de los primeros intentos de Capcom por incorporar a los personajes de Marvel en un juego de peleas. Este sistema se vería utilizado en muchos más juegos en el futuro, cada vez con mayores personajes, como Marvel Super Heroes y, eventualmente, la serie Marvel vs. Capcom.

City of Giant Shadows

Godzilla es, quizás, el mayor producto de la cultura del átomo, y uno de los más significativos, en tanto que fue creado a los pocos años de las detonaciones en Japón, y por el propio país afectado ni más ni menos. Godzilla es una fuerza de la naturaleza, una prosopopeya viva de la misma destrucción nuclear y, como tal, siempre está ligado a la energía atómica y su capacidad mortal.

Y aunque existe una gran cantidad de títulos del rey de los monstruos, City of Giant Shadows es quizás el más impresionante de todos, no sólo por su tono oscuro y la perspectiva en la que nos pone, en la que nos hace sentir insignificantes frente a estos colosos, sino por la cantidad de franquicias que reúne, al ser un crossover con franquicias como Ultraman o Evangelion.

Metro

Las novelas metro nos muestran la perspectiva del postapocalipsis nuclear como pocas veces tenemos oportunidad: desde Europa oriental. De origen polaco, esta serie de novelas son consideradas referentes excelentes en el género. Los juegos no podían flaquear en este sentido y la franquicia Metro ha sido una de las más queridas por los fans de estas narrativas. El gameplay es excepcional, pero lo que nos lleva de vuelta cada vez es la narrativa de la serie, que nos presenta la vida en relativa protección dentro de los túneles del metro en espera de un tren que nunca va a llegar.

Civilization

Nada dice pacifismo como Mahatma Gandhi, a menos que hablemos de Civilization. Porque, en esta franquicia de juegos, de la mente de Sid Meier, nada dice holocausto nuclear como Mahatma Gandhi. Aunque en estos juegos de estrategia la opción nuclear está presente, siempre es una última instancia, reservada a los más violentos de los líderes mundiales. Pero, gracias a un bug, que después se volvió una aplicación, Gandhi pasaba de ser el más pacífico de los líderes al más agresivo de todos, por lo que suyo es el poder de la destrucción atómica. Después de todo, la frase que Oppenheimer dice después de la primera prueba nuclear exitosa: “ahora me he vuelto Muerte, el destructor de mundos” no se le ocurrió a él, sino que lo tomó del Bhagavad-Gita.

Rise of Nations

Este infravalorado RTS nos permite llevar nuestra civilización desde los albores de la humanidad hasta la guerra moderna. Y, como es de esperarse, también presenta la opción de desarrollar misiles balísticos intercontinentales (ICBM). Claro que, a diferencia de otros juegos, hay que mantener la opción nuclear como la última salida ya que, aunque eficiente y devastadora, también puede llevar a que todos pierdan la partida sis e usan demasiadas en un solo juego. Así es como termina el mundo; no con una explosión, sino con un quejido.