Con una nueva era de películas de videojuegos en el horizonte, que ya promete incluso destronar a las de superhéroes, vale la pena preguntarse nuevamente por qué ha sido tan difícil el camino para tener adaptaciones de calidad.
Uno de los principales mitos que rodean a las adaptaciones de videojuegos es que es casi imposible traducir fielmente la esencia del juego a la pantalla grande. Incluso, durante años, se tuvo la noción de que todas las adaptaciones eran malas, sin importar el género o el medio. Esto, principalmente, gracias a una serie de malas adaptaciones, deliberadamente de poca calidad, gracias a Uwe Boll, pero también a una racha de títulos que prometían debido a su licencia, pero que no terminaron por encontrar su lugar entre la audiencia. ¿Por qué es tan difícil lograr estas adaptaciones?
La principal razón que se esgrime es que los videojuegos son un medio sumamente distinto al cine o la televisión. Aunque ambos intentan contar una historia, los videojuegos tienen algo que otros materiales audiovisuales no tienen: la decisión del jugar. En un juego de video, yo soy quien decide qué se hace; el jugador es la persona que tiene control absoluto de las decisiones en pantalla e, incluso puede decidir no jugar. Esto vuelve a los videojuegos una experiencia activa, mientras que los espectadores de cine y televisión son agentes pasivos. Por lo tanto, al restar de esa decisión a los jugadores, los privamos de lo que hace entretenido un videojuego y, por tanto, la adaptación se siente incompleta.
Otro elemento a considerar es que, en muchas de las adaptaciones, los autores buscan traducir elementos de gameplay a un medio que no mantiene la misma lógica en el mundo real. Esto hace que se vea falso, casi una casa, completamente incoherente y fuera de lugar. Y es que la lógica de videojuegos no aplica igual que en el mundo real, porque un videojuego tiene el gameplay al centro y al frente, y la historia es la que está al servicio de éste. Pero en una adaptación, la historia y la verosimilitud son las que deben apremiar.
Lo interesante es que en años recientes, las adaptaciones de videojuegos han mejorado sustancialmente. Esto se debe a que supieron entender ambos puntos y las producciones dejaron de querer ver a las adaptaciones de videojuegos como una copia fiel de los títulos. Obras como Castlevania, Arcane, The Witcher o Cyberpunk: Edgerunners supieron capturar la esencia de los juegos, entender la construcción del mundo y olvidarse del gameplay a favor de ofrecer, antes que cualquier cosa, una historia entrañable con personajes desarrollados.
Y es que, si bien, como dice el título de este artículo, es difícil adaptar videojuegos al cine o la televisión, esto no quiere decir que sea imposible.