Prácticamente no pasa un día sin que haya nueva información con respecto al pleito encarnizado entre Microsoft y Sony por la compra de Activision-Blizzard. Debido a la batalla legal que se libra en tribunales de varias partes del mundo, hemos aprendido cosas verdaderamente inquietantes, datos que no podríamos haber conocido de otra forma y, sobre todo, la verdadera posición de Sony: tiene miedo, mucho miedo.
Como parte de los documentos que Sony y Microsoft han entregado a órganos reguladores de competencia, como la CMA en el Reino Unido o la FTC en Estados Unidos, Sony teme perder Call of Duty y la forma en la que la franquicia llega a sus plataformas por encima de cualquier otra cosa. Pero esto va más allá de sólo una cuestión de exclusividad.
Por un lado, Sony teme que los futuros juegos de Call of Duty sean exclusivos de Microsoft. En respuesta, Microsoft firmó contratos vinculantes con múltiples partes, para asegurar que, al menos por 10 años más, Call of Duty llegaría a todas las plataformas de los firmantes. Este mismo trato se le ofreció a Sony, pero lo rechazó por considerarlo insuficiente. Como parte de sus esfuerzos por convencer a las instancias necesarias, Microsoft ha buscado convencer a todos: compañías rivales, público y órganos reguladores, de que Call of Duty no será exclusivo de sus plataformas.
Después, Sony mostró temor de que Call of Duty fuera incorporado al Game Pass, lo que haría inviable que la gente quisiera comprarlo en PlayStation a precio normal, si lo puede conseguir sólo a cambio de una suscripción mensual en Xbox. Ante esto, Microsoft le ofreció a Sony que Call of Duty podría llegar a PlayStation Plus en caso de que la compra se concrete, misma oferta que Sony rechazó tajantemente.
Por último, Sony dejó ver que, si Microsoft compraba Activision-Blizzard y, contra la noción de todos de lo que sería el movimiento más lógico, no volviera Call of Duty exclusivo, PlayStation podría ser víctima de sabotaje. Sony teme que Microsoft lance versiones inferiores, con menor control de calidad, más bugs o cuyos parches tarden más tiempo en llegar a PlayStation, de forma deliberada, para obligar a los consumidores a preferir Xbox por encima de PlayStation. Esto ha sido calificado, en algunos medios especializados, como paranoia por parte de Sony, quien muestra a toda costa que no quiere perder Call of Duty.
La principal preocupación es que, sin Call of Duty, la gente no encuentre incentivos para comprar una consola de Sony y opten por cambiarse a Xbox. Ante esto, Microsoft solicitó el levantamiento de una encuesta entre los jugadores británicos, para preguntarles si cambiarían a Xbox en caso de que CoD fuera exclusivo. Ante esto, a penas 3% de los encuestados respondieron que harían el salto de consola en ese escenario, lo que representa un nivel de lealtad a la marca de 97%.
Ya hablando en el tema de las exclusividades, directivos de Blizzard han denunciado abiertamente la hipocresía de PlayStation a partir de The Last of Us. A través de un mensaje en redes sociales, una de las cabezas del estudio aprovechó para señalar el éxito que ha tenido la serie que, en turno, derivó en un aumento en las ventas de los juegos. The Last of Us es un juego exclusivo de PlayStation y la serie es una coproducción de Sony Pictures. Por lo tanto, Sony, gracias a la exclusividad que ahora denuncia, está gozando de un gran éxito y no necesita la protección de la FTC, de acuerdo con la ejecutiva.
¿Sony de verdad perdería tanto en caso de “dejar ir” Call of Duty? Call of Duty es una franquicia con un valor estimado de $31 mil millones de dólares. Su juego más reciente, Modern Warfare 2 vendió 8 millones de copias durante su lanzamiento, con lo que convirtió en el juego con ventas más rápidas en la historia de la serie. Warzone 2.0 tuvo, en sus primeros 5 días en línea, 25 millones de jugadores, con un promedio de jugadores activos de entre 250,000 y 430,000 al mismo tiempo. Números, sin duda, impresionantes. Pero hay que tomar en cuenta que no todos esos jugadores se concentran en una misma plataforma, ya que Call of Duty siempre ha sido multiplataformas, así que esas ventas y jugadores activos deben dividirse entre quienes juegan en Xbox, PC y PlayStation. Ya viéndolo de esa forma, la cifra cambia radicalmente.
Ahora, podemos usar el ejemplo de The Last of Us como forma de contraste. En sus 10 años de vida y tras sólo 2 juegos (y múltiples versiones), The Last of Us ha vendido 37 millones de unidades. Aunque este dato es de enero de 2023, antes de que la serie de HBO le diera un empuje en ventas a los juegos de casi 240%. En cada generación, desde el PlayStation 3, The Last of Us ha estado entre los juegos más vendidos de las consolas, y se espera que haya un fenómeno similar cuando la segunda (y eventual tercera) temporada de la serie llegue. Eso, claro, sin mencionar otros títulos exclusivos de PlayStation, que se han coronado como titanes en ventas, así como en recepción del público y la crítica: God of War, Uncharted, Horizon y Ghost of Tsushima, por mencionar algunos. Todos los cuales, por cierto, ha tenido o tendrán alguna adaptación en el futuro próximo.
Lo cierto es que Sony no tiene nada que temer. Microsoft no tiene entre sus planes hacer Call of Duty una IP exclusiva. De hecho, se refirió directamente al modelo de negocios de Activision-Blizzard, en el que la exclusividad nunca ha formado parte alguna. Más aún, Rod Fergusson, el propio director de Blizzard, dejó en claro que Diablo IV, la anticipada secuela de la popular franquicia, no está planeado para llegar a Game Pass, y mucho menos como lanzamiento de día 1.
¿Por qué tiene tanto miedo Sony entonces? Quizás lo que más llama la atención de la compañía es su visión a largo plazo. Para ellos, posiblemente, 10 años sea sólo una gota en el mar; 10 años podría representar sólo el salto de una generación de consolas a la siguiente. Por lo que temen que toda la flexibilidad que muestra ahora Microsoft sea sólo para asegurarse las IPs de Activision-Blizzard y, una vez que el tema deje de estar caliente, puedan activar todos los planes a los que hoy parecen estar tan renuentes.