El Liverpool fulmina al Milan y vuelve a la Champions League por la puerta grande
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Es poco habitual que el cuarto club más ganador en la historia de una competición no haga parte de una edición. Un caso muy atípico. Pero nada está escrito en el fútbol. Y Liverpool ha aprendido la lección. Sin embargo, no desentona cuando tiene que ponerse el traje de gala de Champions League, y así lo ha dejado muy claro en San Siro, en donde ha firmado un 1-3 contundente, con goles de Konaté, Van Dijk y Szoboszlai. Pusilic, a los 3’, había adelantado a los locales.
El Milan fue una tormenta de verano en San Siro. Cinco minutos de arreón. Después, casi nada. Pero en esos cinco minutos sembró el terror en los ingleses, que vieron cómo en apenas dos jugadas habían concedido dos ocasiones de gol. La primera la salvó Van Dijk justo antes de que Álvaro Morata empujara a puerta vacía. La segunda, en el tercer minuto, nadie pudo pararla.
Ni siquiera en el inicio. En una salida de balón algo atropellada de los rossoneri, apareció Morata para limpiar el ataque. Una dejada perfecta, un apoyo sublime que convirtió en asistencia al espacio para Pulisic, imparable ante la defensa de los ‘Reds’, inalcanzable con su punta de velocidad para cruzar el disparo a Alisson y poner patas arriba San Siro. La inercia de la contundente victoria conseguida ante el Venecia en Serie A invitó a la afición italiana a creer en un cambio de rumbo definitivo de la temporada. Pero la realidad fue muy diferente. Porque lejos de intimidar al Liverpool, el paso de los minutos dejó entrever cada vez más las costuras tácticas de este Milan de Paulo Fonseca que resistió como pudo.
Sobrevivió a Salah, principalmente. El egipcio fue un tormento por banda derecha. Una finta y un disparo con la derecha al larguero como respuesta al tanto milanista. Un peligro constante cada vez que tuvo el balón. Pero la respuesta del Liverpool, cada vez más crecido, no estuvo en el juego continuo, sino en el balón parado, donde acabó por matar a los italianos. Se impusieron las torres a la falta de rigor de los milanistas. Una entrada a destiempo de Calabria dio el pistoletazo de salida. Fue casi un saque de esquina. Alexander-Arnold, con su guante, puso el balón en el corazón del área. Allí fallaron todos los locales. Reijnders, al dejar a su marca escapar fácil; Tomori, en el salto y, Maignan, con una salida muy mala. Y Konaté estuvo hábil para erigirse el ganador y empatar un partido que para ese momento el Liverpool tenía en su mano.
La confirmación del dominio inglés llegó con un carrusel de ocasiones imparables para el Milan. Diogo Jota no acertó a definir bien con la pierna izquierda. Salah se estrelló por segunda vez con el larguero, y, poco después, se encontró con una mano salvadora de Maignan. Eso sí, en el saque de esquina llegó el gol de la remontada. Idéntico al anterior, pero desde el otro perfil y con Tsimikas como asistente. Reijnders perdió la marca otra vez. Y Maignan no dominó el área pequeña en la que emergió imperial Van Dijk para poner el 1-2.
El dominio del Liverpool era evidente. El tercer gol con el nivel defensivo mostrado por los ‘rossoneri’, era cuestión de tiempo. Llegó en el minuto 67 a cargo de Szoboszlai, que empujó a puerta vacía la contra que armó su equipo en el centro del campo, despojado de autoridad milanista. Ya en portería estaba Torriani, un joven de 19 años que tuvo que sustituir al lesionado Maignan, malherido en su rodilla al intervenir y frenar la enésima ocasión de los ‘Reds’. Solo en los minutos finales, con el Liverpool ya relajado, el Milan pudo pisar zona de tres cuartos. La entrada de Abraham dio aire fresco a un partido muerto, a un paseo de los ‘Reds’ por Milán que acabó con San Siro medio vacío y con el debut de Chiesa con su nuevo equipo en el tiempo añadido.