Desde el 3er mundo: los ‘fifas’ y la mala fama

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Aficionados, gritando un gol. – IA de Picfinder.ai.
Aficionados, gritando un gol. – IA de Picfinder.ai.

* La firma de Nicolás Flórez Parra

Cada invento trae su dilema. En otras eras, la innovación y el descubrimiento tuvieron que lidiar con prejuicios de época en la que pensar un poco más era considerado un pecado u obra del mismísimo demonio, pero ahora el peligro viene del lado contrario. Cierto libertinaje que ha puesto el prejuicio desde tantos sitios sobre cosas intrascendentes ha opacado y oprimido lo natural y lo evidente.

Pensando el enfoque de esta entrada, fue inevitable recordar una situación que se presentó hace algunos meses en Colombia. Una usuaria corta de mente comentaba en redes sociales que estaba encantada con un concierto al que había asistido en el Estadio Nemesio Camacho El Campín de Bogotá. Proponía que el escenario más importante de la capital del país pasara a ser de uso exclusivo de espectáculos musicales. Evidentemente, su emoción y falta de criterio le hizo olvidar el rectángulo de césped que hay en el medio y el hecho de que el propietario original de los terrenos renunció a sus derechos de tenencia para un fin específico, que no es otro que la práctica del fútbol.

Recuerdo que en la descripción de su perfil ella misma decía que emitía opiniones insulsas y hasta en eso se equivocó, pues no sería el calificativo para tal despropósito de mensaje. Se presentaba como abogada y, supongo, en su centro universitario aprendió de leyes, pero olvidó otras partes muy importantes de un profesional: la prudencia y el juicio.

El mensaje de la mencionada internauta se volvió viral. No tardó mucho, con propicia ocasión, en recibir todo tipo de críticas y abucheos ante tal barbaridad que expresaba. A modo de terapia, el primer paso es aceptarlo, pero en este mundo de tontos hasta una opinión sin fundamentos se hace respetar y hace ganar adeptos. Su réplica, lejos de aportar algún argumento, fue acusar que un grupo de personas se le había volcado encima. Se refería a ellos, de manera displicente, como los fifas.

No negaré que el término me resultó tan novedoso y familiar que no lo logré entenderlo completamente a la primera y me causó mucha curiosidad. Tuve que recurrir a la búsqueda en internet y al concepto simplista de algún púber contemporáneo que me explicara concretamente de qué se trataba. Al final el tema de los fifas no estaba muy lejos de lo que me imaginé: es una manera que tienen los jovencitos para referirse de forma despectiva a los seguidores del fútbol y el deporte, que tomaron el seguimiento y las discusiones de una industria lúdica y de entretenimiento como si fuera el fin del mundo; incluyendo la actitud altanera y el comportamiento atarván. Como dato adicional, el término se aplica igual al singular y al plural: “Evita juntarte con ese, es que es un fifas“. Este capítulo bien se podría llamar ‘Los millennials descubren a los hooligans.

Cría fama y échate a dormir, reza el dicho popular. Quienes nos dedicamos y disfrutamos de todo este mundo del fútbol hemos sido reducidos a una palabrita cuyo significado no baja de idiota y cretino. Lastimosamente, la reflexión me ha llevado a aceptar que ese neologismo malhablado tiene su lugar por culpa de los mismos a quienes va dirigido, no tanto por una cuestión de actitud, sino por el pobre pensamiento que abunda. No me quejaré mucho, porque fijo termino por crear alguna nueva corriente en contra de la fifafobia. A diferencia de ustedes, los fifas no hacemos pataleta por todo, generación de cristal.

Hacer mea culpa es oportuno porque, aunque esta columna se concentra en las cantinfladas que suceden en el 3er mundo, hoy hay otros males que acechan nuestro medio. Por ejemplo, ha vuelto a cobrar relevancia el asunto de la denominada ‘ley Wenger’ (que no sería ley, sino norma) sobre el cambio de criterio para determinar la infracción del fuera de juego en el fútbol.

Ya en una entrada anterior de este espacio de opinión, titulada ‘Desde el 3er mundo: cambiar la regla del fuera de juego es una verdadera amenaza‘, se había advertido de los riesgos que representa modificar la esencia la táctica actual y lo inútil que resulta para la evolución del deporte. Muchos viscos de criterio parecen carecer de la capacidad de comprensión para entender que correr unos centímetros el margen de la posición invalidada no va a hacer desaparecer las polémicas por fallos arbitrales o incredulidad en la tecnología del VAR. ¡Entiendan de una buena vez!

Por la poquita dignidad que nos queda ante las generaciones contemporáneas y futuras, por favor, no hagamos el ridículo con esto. La eventual modificación a la norma del fuera de juego va a perjudicar al fútbol; en el mejor de los casos, va a dejar las mismas milimétricas dudas. Si hay un asunto contra el cual tener una actitud (no pensamiento) de verdadero fifas, este es el propicio.

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