Países Bajos y su última gloria en la Eurocopa de 1988
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En el verano de 1988, la selección de fútbol de los Países Bajos alcanzó la cima del fútbol europeo al consagrarse campeona de la Eurocopa, un logro que aún resuena en la memoria de los aficionados al deporte rey. Bajo la dirección técnica de Rinus Michels, considerado uno de los más grandes estrategas del fútbol, y con una generación dorada de jugadores, el equipo neerlandés deslumbró al continente.
El torneo se celebró en Alemania Occidental, y Países Bajos formó parte del Grupo B, junto con Inglaterra, la República de Irlanda y la Unión Soviética. Tras una ajustada derrota inicial ante los soviéticos, el equipo se recuperó con una victoria contundente sobre Inglaterra (3-1) y un triunfo ante Irlanda (1-0), lo que les aseguró un lugar en las semifinales.
En dicha instancia, los neerlandeses se enfrentaron a la siempre poderosa Alemania Occidental, en un partido que muchos consideran uno de los más emocionantes de la historia del torneo. Marco van Basten y Ruud Gullit lideraron al equipo, con Van Basten anotando el gol decisivo para una victoria 2-1 que les permitió avanzar a la final.
El 25 de junio de 1988, Países Bajos se encontró nuevamente con la Unión Soviética en el estadio Olímpico de Múnich. Esta vez, la historia sería diferente. Ruud Gullit abrió el marcador con un potente cabezazo, y luego, Marco van Basten selló la victoria con uno de los goles más icónicos jamás vistos en una Eurocopa: una volea desde un ángulo casi imposible que dejó atónito al arquero rival. El marcador final fue 2-0, coronando a Países Bajos como campeones de Europa por primera vez en su historia.
El triunfo de 1988 no solo representó una victoria deportiva, sino también la culminación de una filosofía futbolística conocida como “Fútbol Total”, que Michels y Johan Cruyff habían desarrollado en la década anterior. Esta hazaña sigue siendo un punto de referencia para las generaciones posteriores y un motivo de orgullo para los aficionados neerlandeses.
A más de tres décadas de aquel histórico momento, la gesta de 1988 sigue siendo un hito inolvidable en la historia del fútbol, recordando al mundo la grandeza de una selección que supo combinar talento, estrategia y un espíritu indomable para conquistar el corazón de Europa.