Un viejo conocido de la Liga MX sería el sustituto de Carlo Ancelotti si fracasa en el Real Madrid
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Santiago Hernán Solari (Rosario, Argentina, 48 años) no sólo es un candidato al banquillo del Real Madrid en caso de Carlo Ancelotti sea destituido a mitad de temporada si se reproducen los malos resultados. Es el elegido, por encima del resto de opciones, para dar ese paso que nadie en el club desea que se produzca. De hecho, ya fue alertado el pasado 5 de noviembre de que debería coger las riendas del equipo si caía en casa ante Osasuna después de haberlo hecho antes, de manera triste y consecutiva, ante el Barça y el Milan. Ahora, a la espera del duro calendario que arranca este domingo en Liga ante el Leganés y de los compromisos en Liverpool del miércoles y ante el Atalanta en la siguiente jornada de Champions, ha regresado cierta paz al ecosistema blanco.
El argentino, que es director de fútbol del club desde que regresara a la entidad en 2022, tuvo una conversación muy franca al respecto con la cúpula directiva. Los contactos entre ambas partes, según diversas fuentes consultadas, empezaron a fraguarse después del Clásico en el que el equipo de Flick se paseó por el Bernabéu (0-4), pero fue nada más terminar el encuentro en casa contra el Milan (1-3) cuando se pactó esta estrategia como medida de urgencia. Ni siquiera a la mañana siguiente, ya con el nuevo traspiés digerido, Florentino Pérez cambió de opinión. El mal juego, el estado físico, el rol de Bellingham, el desastre defensivo con Mbappé caminando y el ostracismo de Güler y Endrick le tenían amargado.
La confianza del presidente en la categoría de Solari es plena y en el club le ven como la persona ideal para hacerse cargo de una misión tan compleja que, como se demostró días después con la contundente victoria ante Osasuna (4-0), es totalmente reconducible. No hay más que recordar que Ancelotti ya ha sido capaz de sobreponerse a otros entuertos similares. A Solari, aunque no lo exteriorizara en estos careos, no le apetece demasiado dar ese paso, pero también sabe que una de sus funciones es ayudar al club en lo que le necesite y que está ahí como el Molowny o Del Bosque de esta nueva era. No sólo coordina toda el área deportiva con el máximo respaldo ante la tensiones internas con Manu Fernández (responsable de la cantera) sino que también, aunque no le agrade, está al quite como apagafuegos.
En ningún caso le temblaría el pulso. Ya fue técnico interino en 2018, conoce la casa de su etapa como jugador (del 2000 a 2005) y entrenador del Castilla (que fue desde donde dio el salto para sustituir a Julen Lopetegui en el cargo) y, además, mantiene una relación muy estrecha con muchos de los pilares del vestuario. Por eso mismo, y alertado por alguno de los más veteranos, dejó de aparecer tanto por los entrenamientos y el vestuario al inicio de la pasada temporada para no incomodar a nadie ni dar a entender que estaba esperando su momento en la sombra. Internamente le tienen muy bien considerado, entre otras muchas cosas porque fue quien verdaderamente apostó por Vinicius cuando apareció en Valdebebas y algunos cuestionaban su arte en la definición. Eso sí, hay quien reconoce que después de la última victoria en Liga del Madrid se le vio especialmente feliz almorzando en un conocido restaurante de la capital. Estaba contento por el club, por reconducir una situación delicada y por Ancelotti -al que admira y con el que no quiso cruzarse demasiado esos días porque estaba tocado-, pero sobre todo se mostró aliviado durante un almuerzo que se alargó hasta bien entrada la tarde por su situación.
Sobran los motivos
El parón internacional ha venido de maravilla en el Madrid para enfriar un ambiente que estaba ya caldeado antes de estas cruciales derrotas, tal y como desveló Relevo días antes del Clásico. La derrota del Barça en Anoeta en la última jornada -que ha reducido a seis las distancias en LaLiga con un partido menos-, el hecho de no jugar en Mestalla en pleno polvorín por una desgraciada suspensión y la posibilidad de que pueda ganar en Leganés para dar tranquilidad antes de visitar Anfield, han contribuido a que haya calma aunque sea tensa. Aun así, las conversaciones mantenidas en las últimas semanas entre Solari y Florentino Pérez, José Ángel Sánchez e incluso Juni Calafat son válidas para el momento en el que se vuelvan a torcer las cosas. Algo que ya nadie descarta que ocurra. El club prefiere a Solari que a un técnico de fuera, a Raúl González o a Álvaro Arbeloa.
La elección de Solari se debe a múltiples factores. En primer lugar porque su cargo le obliga a este tipo de responsabilidades. La experiencia es un grado. Tiene personalidad: en aquella etapa al frente de la nave hace años aisló a Isco y Marcelo. Y su conocimiento de la cantera es amplio, en estos momentos donde hay que tirar de ella con tantas lesiones. Es un asiduo a los partidos que el filial, el División de Honor y hasta el C disputan en la Ciudad Deportiva. Y en segundo término, porque el club bastante tendría, llegado el caso, con rescindir a Ancelotti, cuyo contrato tiene vigencia hasta junio de 2026. No está la caja para nuevos dispendios. La apuesta por un técnico externo con altas exigencias no tendría cabida en el plan contable a corto plazo y, además, chocaría frontalmente con la ilusión que hay de futuro con Xabi Alonso.
Pero, además, la apuesta del Real Madrid por Solari se debe a que la confianza con las otras alternativas de la casa es bastante menor. Raúl González, técnico del Castilla, está más fuera que dentro del club y ya le dan como amortizado. Su ascenso al primer equipo sólo tendría sentido si se produce con la temporada ya muy avanzada, casi en su recta final y sin opciones de pelear por los principales títulos. Al estilo de lo que le ocurrió a López Caro en su día. Más como relleno que como solución. Y las posibilidades de Álvaro Arbeloa, líder del Juvenil A, son más remotas aún por no haber dirigido nunca a nivel profesional y por el hecho de que no le quieren quemar con una papeleta así.
Sin embargo, y pese a que Solari es el preferido de una mayoría en el club como interino, tiene pocas opciones, por no decir ninguna, de que sea la alternativa para empezar una temporada. Ya sea en 2025 o en 2026. Llegado a ese punto, si ‘Carletto’ no apura o renueva su contrato de nuevo y un día se despide, habrá una apuesta firme, larga y de calado para el banquillo. Entre los técnicos (no todos) existe la sensación en estos momentos de que, pase lo que pase este curso, Ancelotti no pasaría de junio. Nadie es ajeno a las noticias sobre Xabi Alonso, ni de dónde se originan las críticas que leen en los medios ni nadie olvida tampoco que el sueño de Brasil sigue latente, con tiempo por delante para llegar al Mundial al frente de una selección que necesita como agua de mayo un cambio de timón.
El propio Ancelotti es, como siempre, el que más confía en una nueva remontada. Se ve con fuerza y jamás ha pensado en dar un paso a un lado. Tiene fe en que habrá reacción y palpa el apoyo de los jugadores. Repite una y otra vez, pese a los baches y las curvas, que estamos en noviembre y que estas ideas y venidas, medidas preventivas, amenazas veladas y movimientos de pasillos son los que hubo, hay y habrá siempre.