Este domingo 5 de marzo, se cumple un año del hecho más violento en las tribunas de un estadio del fútbol mexicano. Fue en el Estadio La Corregidora, donde la barra del cuadro de Gallos Blancos protagonizó una historia que quedó en la memoria de la afición, y que nadie quiere que se vuelva a repetir.
Ocurrió en el encuentro entre Gallos Blancos y Atlas. Dos aficiones cuyas barras arrastraban una rivalidad de al menos quince años, en la que se habían acreditó mutuamente en cada enfrentamiento. Nunca como lo que ocurrió hace un año.
Al promediar el minuto 35 de la primera mitad, en complicidad con la seguridad privada, el sector radical de la afición queretana, emboscaron a los visitantes.
Los incidentes llegaron a tal grado que fue necesario la suspensión del encuentro. Los queretanos, desbordados, atacaron a todo aquel que portara una camiseta rojinegra, integrante o no de la barra del Atlas.
Golpes y agresiones físicas por todo el estadio, a los fanáticos del cuadro tapatío. Los vestidores de los locales y visitante sirvieron como refugio para quienes tuvieron suerte de resguardarse. Los que no, padecieron las agresiones de la barra local. En el peor de los casos hubo hospitalizados. Algunos detenidos, pero en especial muchos que no cumplieron ante la ley sus faltas.
Aunque la autoridad del fútbol mexicano no tardó en emitir un veredicto, este no tuvo la dureza que se esperaba. Un año de suspensión sin afición en las tribunas, y después de descubrir un sinfín de irregularidades en la operación de los partidos como local de los queretanos.
También sanciones para los entonces dueños del club, lo que obligó a los propietarios anteriores a retomar la gestión del club, y que en lo deportivo es donde más se ha visto lastimado al club. La organización de Grupo Caliente tuvo que retomar la operación del club, que ha padecido con un cuerpo técnico inexperto en Liga MX, y un grupo de futbolistas que buscan una segunda o hasta una tercera oportunidad en el circuito.
Tras cumplirse un año, de manera inédita e inexplicable, la directiva de Querétaro no cumplió con las exigencias de la Liga MX con los requerimientos de seguridad para tener el aval y poder reabrir el estadio. Apostar al olvido no fue una estrategia que funcionara, y en el aniversario del peor desastre en las tribunas del fútbol mexicano, la Liga MX hizo respetar los estatutos.
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