Eran las 13:14 horas de la tarde y el suelo de la Ciudad de México se comenzó a sacudir el 19 de septiembre de 2017. La alerta sísmica sonaba por segunda vez ese día, primero lo hizo con un Macrosimulacro y después, para acompañar uno de los sismos más fuertes que ha azotado al país.
Antes de saberse la cantidad de personas afectadas y los inmuebles con daños graves, la nación se volvió a unir como 32 años antes, durante el terremoto de 1985 y cómo muchas veces, los jóvenes comenzaron a buscar la forma de ayudar de mejor manera. No se sabe si fue la mística que tiene la UNAM, máxima casa de estudios del país, o el instinto, pero el lugar al que llegaron fue el Estadio Olímpico Universitario, que cinco días después recibiría el duelo entre Pumas y León, correspondiente a la jornada 10 del Apertura 2017. Cientos de jóvenes empezaron a recibir víveres, herramientas, artículos de salud y demás cosas, mismas que catalogaron, organizaron y distribuyeron.
La unión hace la fuerza
Fue tal la cantidad de personas que se unieron y la organización que tuvieron, que la UNAM lanzó la convocatoria oficial para más personas.
Si deseas y puedes ayudar, nos vemos en el Estadio Olímpico Universitario #sismo pic.twitter.com/DH3PJcgQkn
— Radio UNAM (@RadioUNAM) September 20, 2017
Esa noche de martes, cerca de 1,500 personas llegaron al Olímpico Universitario, cada día había gente nueva para tratar de ayudar. Algunos solo llevaban sus donaciones y al ver cómo la gente trabajaba se unían para seguir pasando víveres, empaquetar, catalogar y organizar. Tras esto, vinieron las noticias de edificios afectados, de gente que perdió la vida y la falta de voluntarios en las zonas afectadas. El estadio de CU, hizo otro llamado:
¿Quieres apoyar a los damnificados por el sismo del 19S? Regístrate en el Estadio Olímpico Universitario: https://t.co/hI57RuBfmy pic.twitter.com/uK1LBTmmby
— Ciencia UNAM (@Ciencia_UNAM) September 23, 2017
El centro de acopio estuvo abierto todos los días, todas las horas por lo que se convirtió en un sitio de unión y que daba esperanza a muchos. Recaudó más de 900 toneladas de víveres que fueron acomodadas en las gradas del inmueble, esperando subir a camiones que llegaron a diferentes puntos de la capital mexicana, pero también para Morelos, Puebla y Estado de México.
Así, el Estadio Olímpico Universitario se convirtió en punto de unión entre la comunidad estudiantil, voluntarios, familias y todo aquel que quería dejar su granito de arena para apoyar a los más afectados. Hoy, seis años después de la tragedia, la casa de los Pumas de la UNAM sigue ahí a la orden para ser el lugar donde los jóvenes mexicanos comiencen a mover al país, sea la causa que sea.