Pocos son los técnicos que aceptan el reto de dirigir a un equipo que está al borde de descenso o la eliminación, pero son menos los que logran apagar el fuego y marcar un antes y un después en su carrera. Uno de ellos es Javier Aguirre.
El ‘Vasco’ acaba de sumar una salvación más a su lista tras vencer 1-0 al Cádiz en la jornada 34 de LaLiga, llegar a 44 unidades y asegurar la estancia del conjunto bermellón en el máximo circuito del fútbol español por segundo año consecutivo, con un equipo incómodo, competitivo y muy bien optimizado. Este es solo uno de las tantas hazañas que ha logrado.
El primer reto grande de Aguirre llegó al frente de su primer equipo en primera división, Atlante. El ‘Vasco’ estuvo pocos partidos al frente, pero salvó a los Potros del descenso al obtener dos victorias, cuatro empates y cinco derrotas.
Con la selección mexicana también ha llegado como salvador. Fue en las eliminatorias rumbo al Mundial de Corea-Japón 2002, donde sustituyó a Enrique Meza que tenía al Tri al borde la eliminación. Contra todo pronóstico, protagonizó un levantamiento único y llevó al Tricolor a la Copa del Mundo, al finalizar en segundo lugar del hexagonal de la Concacaf, lamentablemente no tuvo un buen papel al ser eliminado por Estados Unidos en los octavos de final.
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En el 2010 también se recurrió al ‘Vasco’ para asegurar el pase al Mundial de Sudáfrica cuando tomó a la selección mexicana en el cuarto lugar del Hexagonal, en posición de repechaje. Aguirre perdió en su debut y las alarmas seguían encendidas ya que bajaron al quinto puesto, pero llegó la magia y logró cinco victorias al hilo, la última con la que selló el boleto a la Copa del Mundo.
Con el Osasuna llegó su primer reto grande en Europa tras dirigir a la selección nacional. Estuvo desde el 2002 hasta el 2006 donde le cambió la cara a los Rojillos tras salvarlos del descenso, incluso meterlos a la fase previa de la Champions League.
En la temporada 2010-2011 llegó al Real Zaragoza para mantener al equipo en Primera División. Debutó en la jornada 12 y logró la permanencia en la fecha 38 al vencer al Levante, en su camino logró terminar en el sitio 17 con 44 unidades, dejando en el camino a segunda división al Deportivo La Coruña, Hércules y Almería.
Un año después tomó las riendas del Espanyol de Barcelona que se encontraban en el último lugar de la tabla, donde cada jornada el mexicano le fue cambiando la cara al equipo y sorpresivamente la buena campaña le dio para aspirar a competición europea. Salvó al equipo a falta de seis jornadas y terminó en el sitio 13 con 44 puntos, la siguiente temporada siguió al frente del equipo salvándolo nuevamente la permanencia.