La influencia cultural de la bomba atómica en Japón
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Muchas películas estadounidenses terminan con explosiones; muchas películas japonesas empiezan con explosiones. Esa frase popular engloba a la perfección el impacto cultural que tuvieron las bombas nucleares en Japón, el único país en ser atacado con estas armas. Desde Godzilla hasta Evangelion, el espíritu de Little Boy y Fat Man y el trauma colectivo de toda sociedad son visibles en las expresiones culturales de la Nación del Sol Naciente hasta nuestros días. Con el éxito de Godzilla: Minus One, vale la pena explorar cómo la bomba atómica cambió Japón para siempre.
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En 1954, se estrenó Gojira, Godzilla en occidente, una película seminal que nos presentó al rey de los kaiju, un ser que, más que una criatura es una fuerza de la naturaleza y que representa el poder destructivo de las armas nucleares. La escena inicial nos muestra una embarcación destruida en las costas de Japón, por lo que otro barco es mandado a investigar, pero sufre el mismo destino con un solo sobreviviente. Pocos meses antes de que se realizara la película, en marzo de 1954, se llevó a cabo la prueba nuclear de Castle Bravo, la detonación nuclear que se salió de control y que llegó a ser conocida como la segunda Hiroshima. Ese evento también fue presenciado por un barco, el pesquero Dragón Suertudo, cuya tripulación fue afectada por la radiación atómica y de la que sólo hubo un sobreviviente.
Godzilla es una metáfora para el poder destructivo de la energía nuclear y el pánico que los actores y extras muestran en la película no es sólo por ver al kaiju, sino un recuerdo aún vivo de las bombas que terminaron con cientos de miles de vidas.
Otras representaciones más centradas en la realidad dejan ver el lado más humano de la detonación. Es imposible no referirnos a Gen, de los pies descalzos, posiblemente una de las representaciones más crudas y fieles de la explosión de Hiroshima. El manga, creado por Keiji Nakazawa, nació a partir de sus propias experiencias como un sobreviviente de la explosión, mientras que su adaptación al cine contiene algunas de las escenas más atroces de todo el anime, desde cuerpos calcinados y vueltos cenizas por la explosión hasta la devastación de la onda de choque, sin escatimar en detalle alguno.
O Rapsodia en agosto, del legendario Akira Kurosawa, adaptada de la novela Nabe no naka, de Kiyoko Murata, una cinta que nos muestra no sólo las consecuencias de la bomba en Nagasaki, sino el trauma generacional que marcó a una familia y cómo deciden lidiar cada uno con una marca indeleble en su historia.
Akira, por su parte, también inicia con una explosión, la que destruyó Tokio como consecuencia de la tercera guerra mundial y dio pie a la descomposición social de Neo Tokio. Pero Akira también termina con una explosión que vuelve a destruir la Ciudad. Akira, el personaje, se convierte entonces en el mejor argumento contra el desarme. La ambición del gobierno por mantener y tratar de controlar su poder en vez de deshacerse de él por completo lleva inevitablemente a que los eventos del pasado se repitan. Akira, como el poder del átomo, es incontenible y tratar de usarlo como arma es engañarse a sí mismos.
Por último, Neon Genesis Evangelion también inicia con un evento catastrófico, el segundo impacto. Un cataclismo que marcó la vida de una generación entera, que también derivó en trauma generacional y llevó a la creación de todo un sistema diseñado para evitar el fin propio de la existencia. La marca que dejó el segundo impacto en el mundo pone en marcha Evangelion, un evento, literalmente, de proporciones bíblicas que resulta incomprensible incluso para las personas involucradas y reescribe la historia misma de la humanidad.
La cultura del átomo se vivió de forma distinta por quienes lanzaron la bomba que por quienes la recibieron. Por un lado del Pacífico, se pensó en el futurismo nuclear, sociedades utópicas con el átomo como batería principal. Mientras que, en Japón, la devastación nuclear y las generaciones afectadas por la radiación aún proyectan una sombra sobre el alma japonesa.