¿Qué es un hikikomori?

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hikikomori japoneses
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Desde hace unos años, de este lado del mundo se ha popularizado el término hikikomori, sobre todo de manera peyorativa. Tomamos hikikomori como si fuera un caso extremo de un otaku, su evolución más decadente, pero, como vimos en el video del verdadero significado de la palabra Otaku, hay mucho más que encierra el origen, significado e implicaciones que tiene este término. Y es que hikikomori más allá de ser un insulto o calificativo es una condición médica e, incluso, un problema social y de salud pública en Japón. ¿Sabes qué es un hikikomori? 

Hikikomori quiere decir, en japonés, retraerse o estar confinado. El término hace alusión a personas que se han recluido por completo del mundo exterior. Normalmente, un hikikomori no sale de su casa o de su habitación, es desordenado, descuidado con su salud física, mental y emocional, tiene ansiedad social y, algunos podrían describir, un sentimiento similar a la agorafobia, el miedo a ir al exterior. Se les describe como personas solitarias, reclusas en sus propias mentes. Erróneamente, se cree que los hikikomori son otaku que perdieron el camino y se obsesionaron tanto que sólo quieren pasar los días leyendo manga, viendo anime, jugando videojuegos o con alguno de sus hobbies, pero, lamentablemente, los hikikomori muchas veces ni siquiera tienen pasatiempos y sólo van a la deriva, por la vida, a veces sin esmerarse en comer siquiera. 

Anteriormente, se consideraba que los hikikomori eran jóvenes en su mayoría, y que su reclusión social venía por la falta de habilidades sociales, por la ansiedad de buscar y no encontrar pareja, o la dificultad de relacionarse con amigos. Y si bien esto era y sigue siendo cierto en alguna medida, la realidad es que los hikikomori han crecido y, ahora, en una encuesta reciente, se encontró entre los consultados que la mayoría eran personas mayores de 40 años, 613,000, mientras que las personas entre 15 y 39 años dieron apenas 541,000. Estos adultos en edad mediana son considerados hikikomori primera generación y están dando pie a un fenómeno social llamado el problema 80-50. Es decir, padres de 80 años que están manteniendo hikikomori de 50. 

Muchos de estos hikikomori tuvieron problemas durante su adolescencia, al final del boom económica de Japón y durante los años de recesión tras el estallido de la burbuja de los 2000. Esto dio como resultado que muchos adolescentes de la era no pudieran acomodarse en un buen empleo al salir de la preparatoria o la universidad y, quienes sí lo tenían, fueron despedidos y no pudieron ser capaces de encontrar uno nuevo hasta la fecha. Y ésa es una de las principales diferencias entre un hikikomori adolescente de uno adulto. Mientras que los adolescentes y más jóvenes tienen problemas sociales, al menos tienen la esperanza de eventualmente salir adelante, mientras que los del problema 8050 ya se rindieron ante la vida y no tienen esperanza de salir adelante. De hecho, muchos ni siquiera saben qué harán cuando sus padres mueran y no los puedan mantener más. 

Esto ha sido llevado a casos extremos en los que los padres ancianos fallecen y, ante la inestabilidad social, emocional y financiera de los hikikomori por funcionar, no saben qué hacer con el cadáver, y terminan viviendo junto a éste por meses, o encerrándolos en armarios, hasta que la policía interviene. 

¿Pero por qué es un fenómeno tan prevalente en Japón? La cultura del trabajo nipona es sumamente dura, al punto de que, en caso de no encontrar un buen trabajo al salir de la preparatoria te puede condenar toda la vida. No sólo eso, sino que quienes sí logran tener un trabajo son sujetos a ambientes laborales rigurosos que puede terminar por deteriorar su mente y su espíritu, por lo que deciden renunciar y aislarse, como se puede ver en el documental de NHK World, muriendo fuera de la vista, Hikikomori en un Japón que envejece. Por otro lado, un adulto de 50 años sin trabajo tiene todo en contra de hallar un empleo nuevo, no sólo por lo competitivo del mercado, sino por el estigma de ser un adulto de esa edad empezando de 0. 

El problema también radica en un aspecto cultural sumamente japonés, el no querer ser un estorbo para los demás y en el orgullo, ya que, pese a existir programas sociales y trabajadores dedicados específicamente a ayudar a los hikikomori, menos de 20% acepta las ayudas que ofrece el gobierno para salir adelante. Al punto, incluso, de permitirse primero morir de hambre que ser atendidos correctamente. 

Ser hikikomori en Japón, entonces, no es ser un otaku obsesivo, sino que se trata de un fenómeno social real y cada vez más complejo. Porque, si hoy el problema se llama 80-50, mañana será 90-60, dada la longevidad de los japoneses.