Hace casi 40 años, un joven diseñador convertido por casualidad en desarrollador de juegos, Shigeru Miyamoto, quería crear un videojuego que cambiara para siempre la manera en la que entendemos, percibimos y jugamos. Lo que en su momento era un proyecto con tintes muy personales es, hoy una de las franquicias más importantes de Nintendo y uno de los juegos con una base de fans más leal. Nos referimos a The Legend of Zelda que, en 2024, cumple 38 años. Para celebrarlo, vale la pena conocer la historia de cómo fue que este juego se convirtió en el fenómeno global que es hoy, y cómo se nota cuando un juego está hecho con amor y no sólo por ganar dinero. Ésta es la historia detrás de The Legend of Zelda.
Después de que Miyamoto saltara al estrellato debido al éxito de su arcade, Donkey Kong, en 1981, Nintendo le había dado libertad para seguir creando. Tuvo dos grandes ideas, que desarrolló de manera simultánea. Por un lado, un juego que terminaría convirtiéndose en Super Mario Bros., lanzado en 1985, y otro, The Legend of Zelda, lanzado un año más tarde, en 1986. Ambos juegos de desarrollaron al mismo tiempo e, incluso, algunas de las ideas de Zelda se conceptualizar antes que las de Super Mario Bros.
Shigeru Miyamoto creció en Japón, en un pequeño poblado conocido como Sonobe, en Kyoto. Toda su infancia, estuvo rodeado de bosques, montañas, ríos y lugares repletos de belleza natural, que Miyamoto amaba explorar. Un día, se encontró con una cueva que no había visto nunca, por lo que decidió explorarla. Dijo que, al entrar en ella, se sintió como si descubriera algo que nadie había visto jamás o, por lo menos, que nadie había estado ahí en cientos de años. La sensación que le provocó explorar esta cueva fue algo que lo marcaría de por vida. Y es que, varios años después, al trabajar en su juego, quiso transportar esa misma sensación al jugador. La mecánica de explorar lo desconocido, sin un mapa o una guía, fue fundamental en el desarrollo del primer The Legend of Zelda. Como recordarán los gamers de la vieja escuela, este título no tiene un orden en el cual terminar los calabozos, ni tiene un mapa o instrucciones. Nos da la completa libertad de explorar a nuestra manera y a nuestro tiempo. Cabe recordar, también, y quizás ahora tenga otro sentido, que el primer lugar que visitamos y en donde el viejo nos da la espada es, precisamente, una cueva.
Para lograr esta proeza de permitir un avance no lineal, Shigeru necesitaba que su juego pudiera guardar al avance de los jugadores, ya que era prácticamente imposible terminarlo en una sentada, al menos en ese entonces. Por esta razón, el primer Zelda fue el primer juego en incluir una memoria interna, alimentada por una batería. Este revolucionó por completo la forma en la que jugaríamos títulos para siempre, ya que daba pie a narrativas más complejas y a juegos que no tenían que ser terminados en una sola sesión. Antes de esto, el progreso de los juegos era marcado y accedido a través de passwords o códigos que permitían saltar niveles.
La música siempre ha sido un elemento indispensable en los juegos de The Legend of Zelda. No sólo como ambiente, sino que forman parte integral de la narrativa de los juegos, como podemos atestiguar en Ocarina of Time y en Majora’s Mask. Y en la vida real, no es para menos, ya que la historia de la música de Zelda es, en sí misma, legendaria. Originalmente, el tema de Zelda iba a ser el Bolero, de Maurice Ravel. Sin embargo, la obra tenía derechos de autor vigentes, por lo que no podían utilizarla sin pagar derechos. Frente a esta situación, Nintendo recurrió al compositor Koji Kondo, quien ha estado a cargo de casi toda la música de la franquicia, y de otros temas icónicos de Nintendo, para componer el tema principal. Kondo, inspirado por su pasión por las bandas de rock progresivo de los 70, compuso el tema principal de The Legend of Zelda, en apenas un día, con guiños a la canción April, de Deep Purple.
El primer juego de The Legend of Zelda fue un éxito rotundo y era el título que la gente más consultaba con los asesores de Nintendo Power, Nintendo Power Line. A diferencia del resto de los juegos del NES, Zelda venía en un, hoy icónico, cartucho dorado. Sólo este juego y su sucesor, The Legend of Zelda II: The Adventure of Link, vendrían con cartuchos de color dorado, lo que añadió a su halo de misticismo y maravilla.
Algo que pocos saben, y que pueden ver en nuestro video de 25 datos sobre The Legend of Zelda, es que el juego, en Japón, se llamó originalmente Hyrule Fantasy y fue en su localización para las audiencias occidentales que se optó por The Legend of Zelda. Y, siendo justos, este título es mucho más poderoso y contundente. Eso sí, Zelda siempre se llamó así, ya que a Miyamoto le encantaba el nombre, desde que lo conocía, gracias a Zelda, la esposa de F. Scott. Fitzgerald. Esta localización, irónicamente, pudo nunca haber sucedido. Y es que Nintendo creía que el juego iba a ser exclusivo de Japón, debido a que las audiencias norteamericanas, a su parecer, no estaban listas para un juego como The Legend of Zelda. Nintendo creía que el juego era demasiado complejo, que la gente no iba a tener paciencia y que mucho menos se iban a detener a leer, por lo que no iban a entender qué sucedía y terminaría siendo un fracaso. Por fortuna, el juego sí llegó a occidente y, de inmediato, cautivó a fans de todas las edades.
Lo que inició como un proyecto hecho con amor, en la imaginación de Miyamoto, es un fenómeno global en la actualidad. La historia de Zelda, Link y Ganon ha sido contada a través de 50 juegos, 13 consolas, más de 123 millones de copias vendidas, publicaciones de mangas, libros enciclopédicos y 35 años de probar que, en efecto, más que un juego, se trata de una leyenda.