Reseña de Assassin’s Creed: Shadows, el que juego que nos merecíamos y que Ubisoft necesitaba

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Assassin’s Creed: Shadows, ¿vale la pena? Desde que, en los primeros juegos de la franquicia tuvimos referencias dentro de Abstergo a la existencia de una orden japonesa, los fans pedimos, rogamos, por que Assassin’s Creed fuera a Japón. Era un paso lógico y hasta necesario, era el movimiento correcto. Pero, de acuerdo con Ubisoft, Japón era un escenario predecible, poco inspirado y jamás irían ahí. Ahora, en pleno 2025 y a poco de que la franquicia cumpla 20 años, al fin podemos visitar el Japón feudal y ser una shinobi. Y, ¿saben qué? Valió totalmente la pena. Reseña sin spoilers.
Assassin’s Creed: Shadows es uno de los juegos más ambiciosos de esta franquicia en años. Este título se atreve a ser más que sólo la suma de sus partes. Narrativamente es un deleite, no sólo en su historia central y en el desarrollo de sus personajes principales, sino en la construcción de su mundo. Ubisoft siempre ha tenido sus puntos más altos cuando combina la historia real con la ficción histórica y le añade historias sumamente humanas con temas como la ambición, el poder, la corrupción, la venganza, la absolución, la libertad y la justicia. Y en Shadows todos esos elementos tienen una resonancia temática única con el ambiente que crea el Japón del final de los años 1,500.
La arena dramática no podría ser más perfecta: los ninjas de Iga, un clan de las montañas, un grupo de granjeros obligados a ser soldados de guerrilla y a inventar, literalmente, sus propias técnicas de asesinato y espionaje, siendo atacados por la maquinaria militar imparable de Oda Nobunaga, el gran unificador, el demonio del séptimo cielo. Es, en esencia, el mismo conflicto que han tenido la Orden de los ocultos contra la de los antiguos. Los templarios y los asesinos, los ninjas y los samuráis. Todo hace eco y todo nos devuelve a los mismos tenores centrales en los que se funda un Assassin’s Creed. Es el espíritu de libertad contra el deseo de orden a través de la dominación. Porque, al final, eso es lo que quería Nobunaga, controlar todo Japón bajo su yugo.
Pero donde verdaderamente podemos llamar al juego una obra maestra es en el cuidad de sus detalles. Cuando jugamos el primer Assassin’s Creed, quedamos sobrecogidos por la reconstrucción de la Tierra Santa, y Ubi dobló la apuesta cada vez con sus versiones digitales de Florencia, Inglaterra, Egipto y, posiblemente la más famosa de todas por su alcance, ambición y tamaño: París. Esta vez, Ubisoft tiró la casa por la ventana y recreó la región de Kansai de una forma magistral. Pasear por Kyoto es una delicia total en la que podríamos gastarnos al menos 20 horas. La reconstrucción de los templos y la forma de presentarlos guardan un nivel de detalle impresionante. Y, aunque Kyoto es enorme, también tenemos otros puntos de interés, como Osaka y hasta Nara, por lo que, si bien el mapa del juego no es del tamaño de otras entradas, como Valhalla, sí es mucho más llamativa.
Japón presenta un panorama único, ya que, en su espíritu está combinar de forma imperceptible la naturaleza con la civilización; lo mundano con lo sagrado. Ubisoft entiende esto y crea una versión de Japón que, sinceramente, uno quiere simplemente recorrer, para encontrar cada detalle oculto.
Pero no sólo es en la arquitectura. La sociedad japonesa de ese entonces estaba cargada de diferentes expresiones culturales, que podrían parecer insignificantes, pero en cuyas minucias se guarda gran significado. Basta con ver los bordados de los kimono y yukata no sólo de los personajes principales, sino de los NPC; los yoroi, o armadura samurái, y la forma en que los detalles intrincados corresponden a cómo eran realmente; los utensilios de cocina o de la ceremonia del té, sado, y hasta la etiqueta propia del ritual. Y hablando de rituales, basta con detenerse en cualquier templo, para apreciar danza, música, sutras siendo recitados por monjes y hasta la posibilidad de rezarle a algunos de los 8 millones de kami de sintoísmo.
El gameplay, al final lo más importante en un juego de video, es sencillamente Assassin’s Creed en una de sus mejores formas. Mucho se habló de Yasuke y la controversia sobre su inclusión. Pero lo que entendimos ya al jugar Shadows fue que no hacía falta, y no por las razones que se podrían pensar. Naoe es una shinobi, una ninja de Iga, una de las dos provincias que han servido como cunas de estas tradicionales. Un ninja es básicamente un asesino de la Orden, pero en Japón. Su uso del sigilo es simplemente superior. No sólo tenemos las habilidades de siempre, como escondernos en pozos y en pacas de paja, sino que podemos irnos pecho tierra debajo de edificios, para entrar por puertas secretas en el piso. Podemos trepar la torre de un castillo y entrar por arriba, para ir descendiendo sin ser notados. Las sombras titulares de este juego se vuelven literales cuando nos permiten apagar fuentes de luz, para volvernos invisibles en la oscuridad, y así poder infiltrarnos y acechar de forma más eficiente. En ese sentido, Shadows captura a la perfección el espíritu del ninja. No somos una máquina de matar, un ejército de un solo hombre con poderes casi sobrenaturales, sino que utilizamos todas las herramientas y recursos a nuestro alcance, para cumplir la misión y, en caso de confrontación frontal, seremos fácilmente apabullados y derrotados, por lo que siempre es preferible tirar una bomba de humo, para escapar y volver a las sombras, desde donde podemos planear nuestro siguiente movimiento.

Shadows recompensa como pocos Assassin’s Creed el sigilo, apremia pensar estrategias para llegar al siguiente punto sin ser detectados y, así, se convierte en uno de los juegos más fieles a la esencia de la franquicia. Una verdadera vuelta a la fórmula original, pero con todos los elementos de calidad de vida propios de un juego de 2025.
Por su parte, jugar con Yasuke es lo menos Assassin’s Creed que hay. De hecho, se siente hasta casi como hacer trampa. Si Naoe es un jet de combate, Yasuke es un tanque. Él sí es un ejército de un solo hombre y lo que no tiene de agilidad lo gana en fuerza bruta. Pero no es sólo dar espadazos como si se blandiera un bat de baseball, sino que las técnicas de combate de Yasuke están perfectamente bien estudiadas y basadas en formas, guardias y cortes reales de tradiciones marciales samurái antiguas. Y, en ese sentido, el realismo hace comunión con las mecánicas de combate, lo que lo vuelve simplemente glorioso.
Pasamos 20 horas jugando Shadows, y bien podrían convertirse en 200. Si bien la historia principal es atractiva y encaja a la perfección en el mythos de Assassin’s Creed, la verdadera magia ocurre cuando te sales del camino central y simplemente admiras el paisaje. Cuando te pierdes y tienes ganas de dibujar una grza al estilo sumi-e, cuando no puedes pasar la oportunidad de que sea de noche para infiltrarte en un castillo, sólo porque está ahí, cuando quieres hacer una visita virtual a Japón, tan fielmente recreado, dentro del juego, y conocer sus templos, palacios, pagodas y torres; cuando las actividades secundarias se vuelven la parte que te entusiasma hacer más y no las ves simplemente como relleno. Porque, eso sí, Paris pudo haber estado densamente poblada y Gran Bretaña era colosal, pero ni la gran ciudad de sintió realmente viva ni la marisma eterna de Inglaterra tenía suficientes elementos como para justificar su tamaño.

En cambio, el Japón de Shadows es un balance perfecto entre el ambiente boscoso de Japón y las ciudades llenas de vida y cosas por hacer, donde prácticamente ninguna puerta está cerrada, se puede pasar por donde sea y, en cualquier esquina, o en el punto más recóndito de la montaña, podrás encontrar desde una estatua de Jizo hasta la aldea de una leyenda olvidada.
Éste es un juego que verdaderamente se siente como de nueva generación. Tal y como pasó con el primer Assassin’s Creed en la generación del Xbox 360 y el PlayStation 3, o como sucedió cuando llegó Unity que, pese a sus obvios defectos y por querer morder más de lo que podía masticar terminó fallando, se propuso a mostrar las capacidades de la nueva generación de consolas. Shadows hace eso, pero lo hace bien. Si bien hay algunos erros y bugs propios de un juego de ese tamaño, no dudamos que se resuelvan fácilmente con la llegada del parche de día 1.
Jugamos la versión de PS5 en modo quality, así como la versión de PC, y pronto les mostraremos una comparativa entre ambas, para que sepan qué esperar.
En conclusión y para responder la pregunta, sí, Assassin’s Creed: Shadows vale completamente la pena. Más allá de la controversia, más allá de la supuesta agenda, más allá de los retrasos, el juego que Ubisoft está entregando es hermoso. Es un digno candidato a juego del año, por el simple y sencillo hecho de que no sólo puedes acariciar perritos y gatitos, sino que los puedes tener en tu base, y si quieres construir un jardín zen con una docena de Akita de colores, se puede hacer sin problema. Ahí sí, 10 de 10. Pero, ya en serio, el juego es una joya a la que se le pueden exprimir, fácilmente, 100 horas de juego, que se sentirán igual de fugaces que dos semanas de vacaciones en Japón.
¿Cuándo se estrena Assassin’s Creed: Shadows?
Este título llegará el próximo jueves, 20 de marzo.
¿Para qué plataformas estará disponible Assassin’s Creed: Shadows?
Shadows llegará para PC, Xbox Series S/Xbox Series X y PlayStation 5. De igual forma, estará disponible como parte de Ubisoft+ Premium.
Esta reseña fue elaborada con copias del juego enviadas por Ubisoft.
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