McLaren se ha ‘ferrarizado’, no sabe ganar
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Corre la vuelta 40 del Gran Premio de Gran Bretaña, y en una conversación por radio entre McLaren y Lando Norris, se cocinaba un desastre. “El blando es mejor ahora”, dice el piloto, a lo que su equipo le contesta ofreciéndole más opciones (el neumático medio). Todo ello, en mitad de una curva de la que pierde ligeramente el vértice antes de entrar al pit lane a cambiar de neumáticos, todavía decidiendo entre un compuesto y otro.
Finalmente, se decanta por las ruedas blandas. La parada dura cuatro segundos y medio, una eternidad (lo óptimo y normal es la mitad, aproximadamente), lo que le hace perder la posición con Lewis Hamilton.
Termina poniendo un neumático blando usado sesiones atrás, con menos agarre y aguante para afrontar las 12 vueltas que aún le quedaban a la carrera y sostener a un Max Verstappen rebelado contra las limitaciones de su monoplaza y rodando como el más rápido. Lógicamente, el neerlandés termina pasando y dejando a Lando tercero, lo que supone que este aumente su ventaja hasta las 84 unidades en el Mundial de Pilotos, tres más que antes de viajar a Silverstone.
Los dos párrafos anteriores pueden resumirse en lo siguiente: McLaren se ha ‘ferrarizado’, no sabe ganar. El equipo que viste de color papaya recuerda a los de rojo en su ‘toma de decisiones’ (en Gran Bretaña dejó en una encrucijada clave a su piloto, en vez de imponer su criterio mediante los millones de datos de los que disponen para detectar la mejor opción) y el propio Lando Norris empieza a vestirse con el mismo sufrimiento de Charles Leclerc.
La situación es casi idéntica con la del año 2022. El equipo Ferrari competía de tú a tú con Red Bull, que acabó llevándose los dos campeonatos gracias a una mayor determinación en el pilotaje de Verstappen y la perfección en la ejecución del resto del trabajo (que no es poco) de los austriacos. Es decir, cada uno cumple con lo que le toca. La frase de Zak Brown, director ejecutivo de los de Woking, lo dice todo: “Hay que ser genial en todo para ganar en Fórmula 1”.
Desde Miami, cuando Norris ganó su primera carrera en la categoría, McLaren ha demostrado que tiene el coche más rápido en pista. Quizás la excepción sea Mónaco, el último destello de luz de Ferrari para hacer a Leclerc profeta en su tierra. En Imola, Canadá, España, Austria y también Silverstone, han tenido la oportunidad de campeonar, pero la falta de perfección (porque ritmo tenían) los ha apeado de ganar en todas ellas.
Norris sigue sin ser contundente, como tampoco lo fue en su día Leclerc. La posibilidad que McLaren pelee por el Mundial es real, todos en el equipo lo saben, y el rostro del británico, que semana a semana ha ido apagándose, lo demuestra. Hace no demasiado sonreía y descorchaba el champán con su habitual euforia desde la segunda plaza, incluso se lanzaba a los brazos de sus mecánicos porque sentía que había hallado oro, pero ahora no ganar la carrera sólo supone “una decepción más”.
“Ahora mismo no estoy tomando las decisiones adecuadas y me culpo a mí mismo por algunas de esas decisiones. Lo odio, odio acabar en esa posición y no hay excusas“, dijo Lando tras el Gran Premio. Un discurso parecido al que escuchábamos en los canutazos cuando Charles Leclerc o Carlos Sainz se sentían tan cerca de lograr pelear por victorias, pero que errores concretos penalizaban el resto del trabajo realizado. Ya lo dice Zak Brown, sólo vale la perfección.
Una bala menos
El CEO, de hecho, va más allá: “Nuestros dos pilotos podrían haber ganado, pero nos equivocamos“. Ahora reflexionan en retrospectiva sobre decisiones que no se supieron afrontar correctamente en el momento y que suponen consecuencias graves.
“Deberíamos haber presionado más para la doble tanda, porque al retrasar la parada de Oscar una vuelta, perdimos mucho más tiempo que en una doble tanda. Creo que fuimos un poco codiciosos al no querer aceptar que habríamos perdido tiempo con la doble parada, pero efectivamente, a veces tienes que ser paciente y aceptar que vas a perder tiempo, para hacer lo correcto”, dijo Andrea Stella, jefe del equipo. Tomando el camino equivocado Lando Norris terminó tercero y Oscar Piastri, cuarto, pero pudo ser muy diferente.
Eso explica, realmente, que Max Verstappen siga siendo líder a estas alturas. Su Red Bull ya no es el monoplaza más rápido, es evidente, aunque gracias a su brillantez sigue asombrando a todos rescatando carreras que podrían haber sido desastrosas, como la de Silverstone, en la que también dejó su coche como cuarto clasificado con el fondo plano dañado.
Si sus rivales se lo dejan en bandeja, además, el holandés no va a rechazar ampliar su ventaja. A pesar de que el Mundial esté más abierto que nunca (seis pilotos han ganado al menos una carrera en lo que va de campeonato, algo que no se veía desde 2012), eso no va con él.