‘El baño sangriento’: La pelea en el partido de waterpolo entre Hungría y la URSS en Melbourne 1956

Publicado

El Baño Sangriento marcó los Juegos Olímpicos en 1956 | AP Photo
El Baño Sangriento marcó los Juegos Olímpicos en 1956 | AP Photo

En el marco de los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, la piscina de waterpolo fue testigo de uno de los eventos más controversiales y violentos en la historia del deporte olímpico: la confrontación entre los equipos de Hungría y la Unión Soviética, un partido que pasaría a la historia bajo el apodo de ‘el baño sangriento’.

El encuentro se desarrolló en un contexto de alta tensión política. La invasión soviética de Hungría pocas semanas antes de los Juegos Olímpicos había exacerbado las hostilidades entre los bloques occidental y soviético. El ambiente estaba cargado de resentimiento y animosidad, factores que trascendieron al terreno de juego.

Desde el inicio del partido, quedó claro que sería un encuentro tenso y duro. Los jugadores de ambos equipos mostraban una agresividad inusual, y las faltas se sucedían una tras otra. Sin embargo, la situación alcanzó su punto crítico cuando el jugador húngaro Ervin Zador fue golpeado brutalmente por un jugador soviético cerca de la portería.

Ervin Zador, herido tras los golpes en la alberca | AP Photo
Ervin Zador, herido tras los golpes en la alberca | AP Photo

Ese incidente desencadenó una pelea entre varios jugadores de ambos equipos. Los espectadores, en su mayoría simpatizantes del bloque occidental, comenzaron a gritar y lanzar objetos a la piscina. Los árbitros intentaron en vano controlar la situación, pero la violencia no cesaba. Las imágenes de la piscina teñida de sangre de Zador, cuyo rostro resultó gravemente herido, se convirtieron en símbolo de la brutalidad del enfrentamiento.

La pelea provocó una enorme cobertura mediática y repercusiones diplomáticas. Las autoridades olímpicas sancionaron a varios jugadores, y el incidente fue debatido ampliamente en la prensa internacional, destacando la fragilidad de las relaciones Este-Oeste en plena Guerra Fría. Los jugadores involucrados, especialmente los heridos, se convirtieron en símbolos de la lucha política y de la resistencia frente a la opresión.

El baño sangriento’ no solo se recuerda como un episodio de violencia deportiva, sino también como un reflejo del fervor y la pasión que el deporte puede evocar, incluso en tiempos de profunda división política. Este partido de waterpolo en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 permanece en la memoria colectiva como un recordatorio del poder del deporte para unir y dividir, reflejando las complejidades y tensiones de su tiempo.

Te puede interesar: