La delegación mexicana y el análisis de las cinco medallas conquistadas en Paris 2024

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Los Juegos Olímpicos están llegando a su final y la participación de la delegación mexicana dejó cinco medallas en su andar por Paris 2024: Tres de plata y dos de bronce.

Nuestro especialista, Alberto Lati, analiza en el programa ‘París de Noche’, la situación, el desempeño y todo lo que conllevó la preparación, el apoyo y los resultados obtenidos por los tricolores en tierras francesas.

La historia del día es una historia que no quisiéramos estar contado, cuando Emiliano hoy hizo la arremetida final heroicamente, épicamente, remontando siete posiciones, rompiendo récord mundial, cuando el mal clavado de Randall, en situaciones muy diferentes, cuando Sansores al final ya no pudo con el marfileño, pensaba en la frase de don Fernando Marcos, leyenda de la crónica deportiva mexicana, del mundial de fútbol del 62, cuando México recibe un gol de último minuto y grita ‘por qué siempre nos tiene que pasar a nosotros’ y si nos tiene que pasar a nosotros y nos pasa tan a menudo es porque no es casualidad.

HACER EL PARO NOS MUEVE

Hemos regresado como en cada edición olímpica al mismo lugar, la absoluta insatisfacción de la afición mexicana, de la opinión pública, la prensa, los dirigentes, de todos. Hoy los malos son los deportistas, señálenlos.

La insatisfacción con los resultados de nuestra delegación, algo un tanto absurdo, si entendemos cuántas veces hemos pasado de las medallas conquistadas, esta vez que no hubo oro porque en la historia sólo cuatro veces México ha pasado de cinco medallas, una de ellas en casa en 1968, llegamos a nueve con tres otros, otra en Los Angeles 84 hubo seis, Sidney 2000 hubo seis, Londres 2012 hubo ocho. En los Olímpicos pasados fueron cuatro bronces, en Río fueron cinco. No estoy quitando culpas ni diciendo que eso esté bien, estoy dando antecedentes. El punto aquí es que tampoco hay argumentos para que estemos sorprendidos de que sean cinco, como tampoco los hubo cuando se insistió semanas atrás, eufóricos sin saber por qué, se insistió en que podía romperse el récord del 68, que llegaríamos a 10 a 11. Yo quisiera que llegáramos a 50, pero no eran cálculos apegados a nuestra historia.

De cada cinco posibles medallas, y lo dice el número no yo, México suele obtener una. Bueno o malo es el número. A eso se añade a que a menudo haya alguna sorpresa, en esta ocasión fue Prisca en judo, una gran medalla de plata que no estaba en el radar, pero la matemática no invitaba a pensar en más de cinco o seis, esa es la historia. Además, no es que hayamos hecho más que lo que hemos hecho antes, tampoco es que hayamos merecido más de lo que hayamos merecido antes.

El manejo de nuestro deporte no invita a pensar en eso. El conflicto permanente, cada quien jalando para su lado, con una titular de Conade confrontada con los atletas a los que literal mandó a vender calzones en el nado artístico u otro como el hoy doble medallista olímpico, Osmar Olvera, reclamándole un mensaje en redes, ‘gracias por la felicitación, pero me pueden pagar el año de beca que me deben’.

Ma Jin, entrenadora, no iba a venir. O se va a decir que algo cambió en el deporte mexicano en términos estructurales, de detección de talento, desarrollo, metodologías, posibilitar más giras, fogueos, apoyo, tecnologías, entrenadores. La verdad es que no.

La sorpresa por estas cinco medallas a mí me sorprende que estén sorprendidos. Ante una idéntica situación en Tokyo yo planteaba que hay una frase atribuida a Einstein: ‘Locura es esperar resultados diferentes, cuando hacemos lo mismo’ y así de locos estamos y en esa locura vivimos. Sí, porque no hicimos nada diferente, pero hay un elemento importante más qué añadir, por qué el estrepitoso fallo, como un ejemplo hoy, Randall Willars en su último clavado o la distracción de Dani Souza en taekwondo, pensando en que no tenía las amonestaciones y quedando fuera a la primera de cambio.

Por qué nuestros muchachos no están sabiendo competir en el momento cumbre, por qué se está torciendo algo en ese instante. Regresando a Fernando Marcos ‘por qué siempre nos tiene qué pasar a nosotros’.

A los que lo han hecho muy bien, porque nuestros deportistas lo han hecho muy bien, de los que van a poder escribir su nombre en la eternidad olímpica. Cada caso tendrá que analizarse por separado, pero estaremos de acuerdo en que si los rivales compiten entre sí, muchas más veces de lo que los mexicanos compiten con ellos, porque no pueden pagar tantas giras, pues entonces llegado el momento nos exponemos más a no estar a la altura de la presión y no se justifica a nadie, que cada cual sea autocrítico, que cada cual sea sincero, que cada cual sea perfeccionista, pero cuando digo cada cual también digo Comité Olímpico Mexicano, también digo Conade, digo cada federación de deportes en México, y también los atletas, por supuesto y también los medios que queremos opinar perfectamente de taekwondo y clavados cuando estamos en olímpicos, pero y los otros cuatro años qué.

Que dijo Ale Valencia cuando se enteró que Fundación Telmex Telcel le daba un premio por su medalla, no dijo cambio de coche, de reloj o me voy de vacaciones, dijo ‘Otro torneo al que voy a poder ir’, qué dijo Osmar ante la idéntica situación ‘Ay, mi campamento en China porque tengo que ir a verlos para ganarles’. Al final del camino, no nos engañemos en cuanto queremos ver nuestra bandera en un podio y cuanto extrañamos nuestro himno en unos Olímpicos, sí lo extrañamos mucho, pero hay algo más importante que no queremos ver, tenemos todos que usar la misma camiseta y jalar para el mismo lado. Estos no son los méritos de una persona, son méritos de México.

Esta no es la carrera de una persona, son las carreras de unos muchachos que han sacrificado todo, con medalla o sin medalla. Más que a México hasta arriba en el medallero, quiero un México que acabe con la pandemia de obesidad infantil en el país, educación, diabetes, inclusión, desarrollo, y el deporte tiene esas llaves. Ya si como consecuencia escuchamos el himno, pero la realidad es que mientras no cambie algo, seguiremos ahí. Hoy lo cómodo es echarles la culpa a los atletas, es bien cómodo eso. Hacemos bien exigiendo, pero también si lo reconocemos, si consideramos de qué disponen y de que no, y de qué disponen sus rivales. A partir de eso, conclusiones con argumentos. Mucho de lo que se logra en nuestro deporte es pese al sistema, no por el sistema.

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