La maratón, el símbolo máximo no sólo de los Olímpicos sino del deporte en general

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Los Juegos Olímpicos de Paris 2024 están llegando a su final y con ello aparece en el firmamento la llegada de la maratón, que en esta edición se correrá primero en la rama varonil para cerrar con broche de oro con el de la femenil.

Es así que, nuestro experto Alberto Lati nos cuenta en el programa ‘París de Noche’ un poco de la historia de esta disciplina y la manera el que se metió a las entrañas del deporte.

La maratón varonil se disputa este día (sábado), en una carrera que, entre leyendas, mitos e incluso caprichos de la monarquía podemos decir que es la prueba más peculiar de los Juegos, hay que ver la distancia. Se decía que máximo debían de ser 1500 metros, que lo demás era malo para la higiene, pero no era algo que estuviera en sus planes.

HACER EL PARO NOS MUEVE

Coubertin planeó una carrera de 40 kilómetros, retomando aquel recorrido del soldado mensajero Filípides, hacia el año 490 a. C. La finalidad de la carrera era informar a los altos mandos en Atenas que habían derrotado los atenienses a los persas en la batalla de Maratón.

La carta de Coubertin se ha recuperado y dice esta frase ‘ya que va a ir a Atenas les sugiero revisar si podemos organizar una carrera desde Maratón, este le pondría un sabor antiguo y ayudaría a que sepamos el tiempo que le tomó al guerrero hacer la distancia. Le pediría el honor de yo ofrecer la copa del Maratón’. Es decir, Michel Bréal en parte quiso la competencia para decir vamos a calcularle cuánto hizo Filípides, cuando recorrió para informar que habían ganado, así que usaron de Conejillos de Indias a los primeros maratonistas.

En 1896, se corrió por primera vez 40 kilómetros, que es de hecho la distancia que va de Maratón hasta Atenas. Para Londres 1908 vino una carambola increíble, que los reyes ingleses se empecinaron en que querían ver desde su balcón, en el Castillo de Windsor, cómo empezaba la carrera y entonces dijeron que para poderlos ver qué es más fácil que el rey se mueva o que se muevan los deportistas. El rey no se mueve, así que mueven a los deportistas 2195 kilómetros para atrás hasta los jardines del Castillo de Windsor para que cómodamente en su terraza el rey pudiera ver cómo empezaba la carrera.

A la fecha, frente al Colegio de Eton, cerca de Windsor, una placa oxidad que dice ‘aquí empieza la maratón de 1908’, la placa nunca la quitaron, peor no inició ahí el maratón, era la placa para donde iba a iniciar, no contaban con el capricho del rey.

Una distancia que impidió la coronación de Dorando Pietri, un italiano que fue el primero en entrar al estadio en Londres. Sucedió que entró al estadio muy cansado, no estaba acostumbrado a 42 kilómetros, se fue al revés, lo corrigieron, pero cuando vio que se fue al revés se desvaneció. Quién lo fue a levantar, el creador de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle. Lo levantaban y se volvía a caer. Finalmente llegó primero, pero el equipo de Estados Unidos que tenía al segundo protestó diciendo que no había terminado solo, le ayudaron, y le quitaron la medalla a Dorando Pietri.

Estocolmo 1912 regresó a 40 kilómetros, Amberes 1920 regresó a la de Londres, pero midió mal y se pasó por medio kilómetro, única vez que la maratón fue de 42 kilómetros 750 metros. Desde París 1924 ya se homologó y quedó para siempre esa distancia, la distancia producto capricho del Rey Eduardo VII de Inglaterra, distancia que se prohibió para mujeres.

Se asegura, pero no hay confirmación, que en Atenas 1896, Stamata Revithi, una chica griega lo quería correr, pero no la dejaban, pero igual lo corrió, lo que sí es un hecho es que, en 1967, en la maratón de Boston apareció Kathrine Switzer y ella lo quiso correr y a jalones y empujones la quisieron sacar de la ruta. Apenas hace 40 años debutó la maratón femenil en Olímpicos y cuánto ha cambiado esto en 40 años que ya la carrera estelar, la de las chicas, las mujeres ya no son las teloneras, ellas van a correr el domingo. El sábado esta vez les toca a los hombres.

Un maratón que tiene dos poderes muy especiales y únicos. El primero, regresamos a las mujeres, recorre la marcha de las mujeres al Palacio de Versalles en 1789 exigiendo derechos al Rey Luis XVI, muchos lo ven como un preámbulo de la Revolución Francesa, por otro lado, que esta vez aquí en París se ha invitado a personas comunes a recorrer esa distancia este sábado por la noche, a mitad entre la maratón varonil y la femenil, gente normal, 20,024 maratonistas estarán haciendo la maratón y otros sólo 10 kilómetros. Si desde su tumba, Michel Bréal, pudiera ver las consecuencias de su carta y de su capricho, se va a sorprender porque hoy el maratón es símbolo máximo, no sólo de los Olímpicos, del deporte en general y no sólo de alto rendimiento del deporte aficionado también, una meta para mortales fuera del deporte de alta competición y para inmortales en los Juegos.

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