Los 100 metros planos, la prueba madre que corona al rey de los Juegos Olímpicos
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Los Juegos Olímpicos de Paris 2024 han sido testigos de una de las finales de los 100 metros planos más espectaculares de la historia, con un final de fotografía en el que Noah Lyles se consagró como el hombre más rápido del mundo, al colgarse la medalla de oro con un tiempo de 9.79 segundos.
La prueba reina varonil del atletismo fue una verdadera delicia y nuestro experto, Alberto Lati, nos habla en el programa ‘París de Noche’, de lo que representa y ha significado a lo largo de los años.
Para los Olímpicos de Paris 1924, el barón Pierre de Coubertin lanzó el lema que persiste, el lema olímpico de ‘Más alto, más rápido, más fuerte’, la frase que por cierto no la inventó él, fue sugerida por un monje predicador. Sin embargo, desde aquel momento, como ahora, ya se daba una mayor relevancia a una parte de esa frase.
HACER EL PARO NOS MUEVE
Estaremos de acuerdo que lo de más rápido pesa más que lo de saltar más alto o lo de resultar más fuerte. Claro que cada medalla cuenta igual para el medallero, la medalla es medalla sea en el deporte que sea, pero hay una con un valor simbólico muy particular, la de los 100 metros planos. Tan ya era así, en la antigua Olimpia, que tenemos los nombres de los 262 ganadores de cada una de las carreras equivalentes.
Se perdieron nombres de ganadores en pugilismo y otras, pero no del stadion, que era la carrera de 183 metros. Era tan importante, que es el nombre que utilizamos para decir ‘Estadio’ casi en cualquier parte. De la palabra stadion de esa carrera, así de importante era para ello, como lo sigue siendo para nosotros 2800 años después. Del 164 a. C. al 152 a. C. reinó el único que supera a Usain Bolt, Leónidas de Rodas, cuatro Juegos consecutivos como el vencedor del stadion y llegados los tiempos modernos fueron las carreras de caballos, y no las carreras a pie, las que se dieron cuenta de hallar una manera para dilucidar al campeón, cuando el cierre resultaba muy apretado. Sobre todo, porque había apuestas.
Iba surgiendo de alguna manera la tecnología de la fotografía y así fue como la foto se empezó a colocar para esto, pero había un problema, el momento de dar clic porque no siempre se hacía en el momento justo.
Entonces, en lo que revelaban la foto, se daban cuenta que a veces la foto era de cuando ya habían cruzado. Sin embargo, para las carreras, para los Olímpicos, esto viene de Estocolmo 1912, cuando los suecos presumieron tener una tecnología, filmando, de photo finish, todos dijeron ‘son unos excéntricos, se quieren lucir’ y quiso el destino que la carrera de 1500 metros, en Estocolmo 1912, ya fuera estrenado porque llegaron a la meta y no sabían quién ganó y se comprobó que Arnold Jackson se había coronado por una décima.
Londres 48 lo elevó a otra dimensión, lo apodaron el ‘Ojo Mágico’, se estrenó en los 100 metros, que también fueron muy ajustados porque no se sabía quién se había coronado y se comprobó que lo hizo el estadounidense Harrison Dillard, quien igualó la marca de Jesse Owens, había sido el ganador. Se utilizaban rayos infrarrojos, que era la máxima tecnología y cada cuatro años esa vanguardia iría creciendo y creciendo.
Ahora, pasando a la natación, en Beijing 2008, cómo olvidar las ocho de oro de Michael Phelps, hubo una que casi no es, los 100 metros mariposa, un cierre ajustadísimo, milimétrico. Incluso Phelps pensó que la había perdido.
En pruebas de pista, gana quien cruza primero con el tronco, así es la regla. Ahora en Paris 2024, ha sido la máxima de lo ajustado en los 100 metros que hayamos podido ver. Cómo lo probamos, normalmente termina la carrera y uno sale elevando los brazos, o dos, o tres. Esta vez, nadie festejaba, se volteaban a ver nerviosa y ansiosamente. Nadie entendía. Cinco milésimas, se podría decir empate técnico, pero no lo es porque uno cruzó antes. Cinco milésimas te hacen rey de los 100 metros, rey de la prueba madre y por ende rey de los juegos.