La selección mexicana de fútbol jugará el próximo 19 de abril un compromiso fuera de Fecha FIFA, por lo que los clubes que cuentan con algún jugador mexicano entre sus filas no están obligados a cederles al equipo nacional; sin embargo, el partido está pactado para que los dos representativos puedan tener un ingreso en fechas en las que no se generaría nada en caso de esperar a un partido oficial.
Después de los partidos que correspondieron a la Nations League, en los que la nueva versión del equipo mexicano no enmendó el camino que se trazó en el proceso anterior, toca ahora enfrentar al verdugo de, precisamente, el antiguo régimen.
México terminó cuarto lugar en el torneo de Concacaf que enfrenta a las selecciones del área con el propósito de que todas tengan alta competencia, aunque podría salir contraproducente, el Tri se ha visto en una crisis competitiva a partir del acercamiento de los equipos de Centroamérica y el Caribe. Jamaica y Surinam complicaron de forma inverosímil al equipo mexicano en los partidos de vuelta de la fase de grupos de la Nations League; dentro de la competición lo importante es quedar en primer lugar de cada grupo, estos acceden de forma directa a Copa de Oro y además juegan unas semifinales y final de la liga de naciones.
México terminó en el primer lugar del Grupo A, pero fue el peor de los cuatro líderes de cada grupo, por lo que en junio tendrá que enfrentar, en partido oficial, de nuevo a Estados Unidos, que terminó como mejor primero en la semifinal del certamen.
El Tri tiene programados dos partidos contra la selección del país vecino del Norte, con la única tarea de ganarlos; es casi una obligación. Durante el anterior proceso se sufrió como nunca ante el avance del equipo estadounidense en materia de fútbol, se perdió mucho y no se le pudo ganar un solo encuentro; las derrotas fueron más dolorosas de lo pensado, ambas en finales de los torneos de la zona de Concacaf que solían ser dominados por la selección mexicana.
Muy atrás quedaron esas goleadas a las representaciones de islas caribeñas o el peso específico del Estadio Azteca; hoy, con cierta razón, pero con mucha frustración, la afición mexicana le reclama a ciertos jugadores en la cancha los años de retroceso en el balompié nacional, sin ser ellos los totales responsables, se les identifica como un conducto por el que sus quejas llegarán a los oídos de los máximos autores de los fracasos: los dueños del fútbol mexicano.
El nuevo técnico de la selección nacional tiene el difícil encargo de ganar los dos partidos contra Estados Unidos que ha convocado un cuadro en mayoría de equipos de la MLS, excepto por Dest de Milan y Soñora de Bravos de Juárez.
El conjunto mexicano también presentará a lo mejor de su liga, de acuerdo al ojo de Cocca; en la portería se buscan guardametas jóvenes que soporten el peso del equipo, pero hay un par de veteranos que pasan por un momento en el que sobresalen en la competición local.
A pesar de todo lo que se ha generado alrededor del portero titular, sus actuaciones en Italia siguen siendo meritorias a ser considerado para los compromisos del Tri en los que se le pueda convocar. La lista de convocados para enfrentar el amistoso no está fuera de la realidad; de lo poco, lo mejor, salvo por la encomiable tradición de Guadalajara de participar en el torneo solamente con jugadores mexicanos, son muy pocos los clubes que dan espacio a los jóvenes formados en el país. En la lista se repite el nombre de siete equipos más de una vez, en una liga con 18, un número por debajo de la mitad resulta un reflejo de la poca producción de talentos nacionales.
Es natural que el director técnico de la selección ante la necesidad de que se asimilen sus ideas en el terreno, se apoye en jugadores que conoce; los convocados del último equipo bicampeón del torneo mexicano han mantenido, además, una altura de juego meritoria del llamado, pero como en cada convocatoria se quedan incógnitas sobre la ausencia o presencia de ciertos elementos, pero la justificación llegará con el silbatazo final del tercer partido de México.