La semana que cerró nos deja un sabor agridulce. México tiene a dos pilotos en las categorías más importantes del automovilismo deportivo internacional: en Fórmula 1 a Checo Pérez y en IndyCar a Pato O’Ward.
Cada año el deporte motor tiene un fin de semana en el que coinciden dos joyas de su corona: el Gran Premio de Mónaco y la Indy 500. En este las expectativas por un buen resultado de los dos pilotos eran muy grandes y, lo más significativo, realistas.
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Sin embargo en Mónaco, Checo Pérez, ganador ahí el año pasado, no tuvo un gran fin de semana y la gran actuación que se esperaba prácticamente quedó anulada por un error que cometió en la calificación. Para Checo el resto del evento fue cuesta arriba y la consecuencia una posición que le deja con un déficit en puntos que debe remontar.
De este lado del Atlántico Pato O’Ward arrancó las 500 Millas de Indianápolis como uno de los favoritos para ganar el histórico evento por como se vio en las prácticas, la calificación y porque terminó en segundo lugar el año pasado en un cierre espectacular.
Finalmente los dos se quedaron con las manos vacías y nosotros desilusionados; sin embargo las dos carreras son parte de una serie de campeonatos que terminan el año con nuevos monarcas. En estos sigue la guerra y una batalla perdida no arriesga ni a Pato, ni a Checo. Ellos seguirán persiguiendo los triunfos y la gloria. Así de claro.