Checo Pérez puede dormir tranquilo cuando menos hasta el próximo viernes, cuando inicia el fin de semana del Gran Premio de Bélgica en la intimidante Spa-Francorchamps. El GP Hungría volvió a ser especial por las características de su circuito, aderezadas por la decisión del fabricante que provee de llantas a la F1 de reducir la dotación de juegos y la decisión de implementar un nuevo sistema de utilización de sus compuestos para la calificación.
Como consecuencia tuvimos una interesante mezcla de resultados en las prácticas y esa calificación, con lo cual se llegó a pensar que esta sería la carrera en la que se terminaría el dominio absoluto, en cuestión de victorias, del campeón reinante por equipos en este 2023.
Sin embargo, suponer eso fue subestimar a la escudería que ha demostrado, una y otra vez, que sabe utilizar las prácticas para lo que son y la calificación para buscar el buen resultado en la carrera.
Checo calificó cumpliendo con el objetivo número uno, que era llegar a la tercera etapa de la conformación de la parrilla, después de iniciar con el pie izquierdo y entregó un domingo a la Pérez.
Cuando un grupo cada vez mayor de equipos pelea por quedarse con las migajas que les deja Red Bull, Checo tiene la oportunidad de seguir entregando buenos resultados, que más allá de darle un subcampeonato, que no es poca cosa, le permitirán demostrar que tiene para seguir entregando, para quien necesite, un par de manos confiables.
Frente a buenas actuaciones, la de Checo recibió un reconocimiento como valor agregado al podio que él mismo se regaló: piloto del día.
No hay necesidad de echar las campanas al vuelo: Checo regresó a ser Checo, esperemos que el camino a la redención lo lleve a entregar un logro más a su equipo, el 1-2 en el Campeonato.
Así de claro.