El suelo del fútbol mexicano sigue cimbrando tras el gran derrumbe de las selecciones nacionales en el proceso 2018-2022; cuatro años pasaron desde Rusia para que resultara evidente el franco retroceso que ha tenido este deporte profesional en nuestro país. Son muchos los Mundiales en los que no se ha trascendido, el resultado promedio es caer vencido en los octavos de final y dependiendo de la manera en que el equipo fue derrotado en la cancha, se habla de un buen o mal trabajo.
Pero México no encuentra un lugar por encima del noveno o décimo a nivel internacional, la producción de jugadores desde la liga local ha disminuido en cantidad y, a veces, la calidad tarda mucho en relucir; para tener una selección mexicana competitiva, los jugadores que aspiran a llegar a esta necesitan un espacio en alta competencia y poder mejorar, juego colectivo con su talento depurado por el constante entrenamiento. Pero en nuestro futbol son los intereses financieros los que dictan las decisiones; eliminar el ascenso y descenso fue un cambio radicalmente antideportivo solo para hacer más atractivo el mercado a inversionistas que no quieren poner su dinero en una franquicia, en parte por la posible pérdida de la categoría tras un año de operación, algo que no hace rentable su inversión; también se entiende que hay pocos valientes que se atreven a entrar a un territorio que no acepta nuevas ideas, dominado empresarios del futbol con mucho peso específico.
Después de anunciar la supuesta nueva estructura de la Federación Mexicana de Fútbol y la Liga MX, a la que solo se agregaron más puestos administrativos para controlar las decisiones deportivas, siguió la designación del nuevo encargado del cuerpo técnico de la selección; ahora, en un momento inesperado, surge la noticia que Yon de Luisa dejará de ser el presidente de la FMF en cuanto termine su periodo que inicio al término de Rusia y que se cumplirá en mayo, después de haber entregado sus resultados del Mundial de Qatar el mes pasado.
Era entonces cuando se esperaba su renuncia, parecía lo más sensato, esto no sucedió; al contrario, se plantó la idea de que seguiría en su cargo hasta la organización del Mundial en el territorio norteamericano. Pareciera que hay nuevos vientos en la cúpula del fútbol mexicano. El nuevo entrenador de la selección, salió de una baraja de opciones que no tenían contemplada varios en la junta de dueños y responde a los movimientos con interés e intención en lo más alto del organigrama.
A inicios de semana, el presidente de Grupo Orlegi citó a una conferencia de prensa en la que abrió el paraguas antes de tiempo para hablar de temas que le competerían al presidente de la FMF en funciones; el ascenso y descenso, la multipropiedad, algo de la selección mexicana, pero sobre todo, defendió la distancia entre su persona y la posible injerencia que podría tener sobre las últimas tomas de decisiones respecto a la liga, la administración de selecciones nacionales y la propia designación del DT.
Pero la realidad muestra matices distintos; hay equipos directamente beneficiados por la eliminación del descenso y la competencia deportiva ha dejado de ser exigente para los equipos que ya no pierden nada al final del año futbolístico; la multipropiedad sigue existiendo, el comité de selecciones nacionales está conformado por los dueños con más de un club en la liga, aunque se pretenda justificar con la ausencia de inversión externa, sigue habiendo conflicto de intereses; Diego Cocca tiene méritos deportivos; fue campeón con Racing en argentina y entró al selecto grupo de directores técnicos bicampeones con Atlas, en México también dirigió a Santos, lo que ineludiblemente le acerca al grupo que notablemente hace más cabildo en la Federación.
La conferencia de prensa de Alejandro Iraragorri resulta inexplicable, no se entiende, si fue para mejorar y reforzar su imagen, le salió al revés, no pareció el momento oportuno para hacer ese tipo de declaraciones.