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El Gran Premio de Italia, corrido en Monza, ha dejado un gran sabor de boca. Diez carreras atrás, después del 1-2 de Red Bull en el GP Miami, pocos imaginaban que llegaría el momento en el que Max Verstappen, coequipero de Checo Pérez, se convirtiera en verdugo del récord de Sebastian Vettel, quien dejó uno de nueve victorias consecutivas en 2013.
Verstappen tiene ahora diez triunfos en forma consecutiva y queda solo en la estadística con su nuevo récord, que podría crecer si visita la parte más alta del podio en el GP Singapur, siguiente fecha en el calendario.
Coincidentemente el gran logro estuvo acompañado de otro 1-2 gracias al trabajo de Checo, quien tuvo que luchar a brazo partido para hacerse de la segunda posición en una carrera espectacular, en la que avanzar lugares en la batalla por la punta se convirtió en una titánica tarea.
Para Verstappen tampoco fue fácil, pero una vez a la cabeza disfrutó de su paseo dominical por el parque, mientras que Checo, quien se le acercó al final a seis décimas de segundo, tuvo que vérselas en su remontada con George Russell, Charles Leclerc y un inspirado Carlos Sainz.
Checo empieza a recuperar la confianza y el resultado en Monza es una buena señal. También acepta que no tiene que esperar a que el auto esté completamente a su gusto, que tiene que adaptarse, lo que antes hizo muy bien.
Singapur es un circuito que resalta sus fortalezas. Sería irónico que fuese él quien parara en seco la extraordinaria racha de su coequipero. Una victoria ahí sería como oro molido.
Tiempo de redención. Así de claro.