Hay que ser mesurados ante el empate que logró la selección nacional frente a su similar de Alemania el martes pasado, porque, aunque fue un buen resultado para el equipo mexicano, se pudo observar que el cuadro teutón no mantuvo el acelerador a fondo durante todo el encuentro, solo tuvo que apretar un poco, menos de dos minutos, para empatar el marcador ante la ventaja que adquirió el Tricolor al inicio del segundo tiempo con el gol de Erick Sánchez.
Parecía un duelo parejo, el de la banda derecha de los alemanes, el lado izquierdo mexicano, entre Gallardo y Leroy Sané, pero bastó un solo pique del jugador de Bayern Munich para dejar en el arranque al lateral y mandar un centro preciso a la llegada de Füllkrug que remató a quema ropa anotando el gol que igualó los números.
La selección alemana tuvo un desempeño frente a Estados Unidos superior al que mostró el martes frente a México, el cansancio tal vez, pero el conjunto de Jaime Lozano debe tomar en cuenta las oportunidades para crecer futbolísticamente; el empate contra Alemania debe tomarse con calma, porque los siguientes partidos de la Selección son en Nations League, cuartos de final contra Honduras y, de no tener resultados que puedan superar la actuación frente a los alemanes, las críticas regresaran con fuerza. Es un dicho común que la selección se agranda contra equipos que jerarquía, pero con rivales de menor ranking se complican los partidos.
El partido anterior, contra Ghana, dejó como pendiente la titularidad de Santiago Giménez; el joven jugador está tendiendo una gran campaña en la Eredivisie de Países Bajos con 12 goles en 8 partidos tiene una racha que firmaría cualquier delantero. Su participación como titular en un encuentro de la selección nacional levantaba expectativas. Pero no resultó un partido cómodo para el centro delantero mexicano, tuvo una oportunidad muy clara que falló a escasos metros de la portería que normalmente no fallaría; la presión sobre Giménez ha aumentado y tendrá que acostumbrarse conforme sus actuaciones en su actual club sigan siendo destacables.
A la selección le hace falta que sus centros delanteros hagan goles; el sistema táctico convierte en un solitario al 9, muchas veces tiene que hacer movimientos sin balón para que sea un extremo o un volante el que termine la jugada y con los pocos centros que salen desde las bandas, a veces por los excesos de fintas, no hay balones que puedan rematar. Lo que hace necesario que los delanteros aprovechen las oportunidades que se generen.
Falta mucho tiempo para el Mundial 2026, pero hay jugadores que desde que se colocaron por primera vez la casaca verde han tenido un cambio sustancial en su desempeño dentro de la cancha, en estos dos compromisos de la selección hubo elementos que sacaron mucho jugo de sus minutos en el terreno de juego; Uriel Antuna ingresó de cambio frente a Ghana y anotó el gol que cerraba el marcador con una jugada a mucha velocidad con una definición de primera intención, contra Alemania también anotó, esta vez iniciando de titular.
Erick Sánchez también vio acción desde el inicio frente a los alemanes y coronó sus dos actuaciones en esta convocatoria con un gol que nadie va a creer en Alemania, el jugador más bajito de México le ganó el cabezazo a una torre teutona de 1.95 m. La defensa mexicana no termina por ser pareja en su desempeño, cuando el equipo rival se propone a hacer daño, lo logra, anotando; después de la Copa Oro, los cuadros armados por Jaime Lozano solo una vez, de cuatro, pudieron mantener el cero en su portería.
La selección mexicana tendrá que afinar todos sus detalles en partidos muy dispares entre sí; cuando se podrían buscar rivales de jerarquía para vestir el camino de uno de los coanfitriones del próximo Mundial, hay encuentros del área de Concacaf que regresan a su realidad al equipo mexicano; la ruta al 2026 parece muy dispareja en cuanto a sinodales, será importante que el nivel se mantenga a la alza, compitiendo en los partidos complicados y convenciendo en los que pueden parecer más sencillos.