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Uno de los personajes más nefastos en la historia del deporte es Lance Armstrong, el reconocido exciclista estadounidense que se robó siete Tour de Francia compitiendo con diferentes clases de dopaje en su cuerpo y en su bicicleta. Al final, la justicia deportiva le retiró todos los maillots amarillos conseguidos entre 199 y 2005, además de otras distinciones en carreras como la Vuelta a Suiza y el Criterium del Dauphiné.
El gran exciclista colombiano Santiago Botero (ganador de etapa en el Tour) y campeón mundial de contrarreloj compartió época con el tramposo norteamericano y tienen una cercana relación por los en el pelotón. Botero siempre negó algún conocimiento previo sobre las artimañas de Armstrong, pero siempre se mantiene en que debe ser considerado como el campeón de esas 7 rondas galas.
“Según mi criterio, a pesar de su confesión sobre sustancias prohibidas, él igual hubiera ganado el Tour de Francia. Es una percepción como ciclista, no como hincha. Tampoco juzgo al aficionado que lo señala como un tramposo. Pero, para mí, Armstrong es el ganador de los siete Tour de Francia”, ratificó Botero en una entrevista con ‘Revista Bocas’.
Y precisamente habló sobre la experiencia de haber corrido un Tour de Francia
“Tengo recuerdos muy gratos de ese Tour porque llegué relajado como nadie. Quedé segundo en una etapa. Me metí en una fuga con Dekker y llegamos a definirla. Antes de la meta había una subidita, entonces yo tenía que atacarlo; yo era mejor que él subiendo. Lo ataqué durísimo y el hombre se me puso al lado, como retándome. Otra vez lo ataqué y nada, no le dolía. Y me ganó. Al otro día me dice Armstrong: “¿sabe qué me dijo el hombre ayer por la tarde?, que si usted atacaba otra vez se quedaba, iba muriéndose…” Pero el man era como Nairo, un actor, el Leonardo DiCaprio del ciclismo; el tipo iba muriéndose y me miraba con una sonrisita. En ese tour me dijo Vicente Belda al final: “Santiago, con Armstrong, usted era el que más andaba. Usted no se daba cuenta de lo que andaba”. A ese Tour llegué muy flaco por la intoxicación con una pizza después del Dauphiné: ¡bendita intoxicación, me dio alas en la montaña!”.
Sensaciones de haber ganado una etapa en el Tour de Francia 2000
Todos los días que aparecía una montaña, Vicente me mandaba atacar. Llegó el día que terminábamos en Brianzón y ataqué. La fuga ya tenía tres minutos y pico. Eran como cinco o seis adelante. Nadie me siguió, coroné, empecé a bajar y los alcancé. Entonces aumenté la velocidad, me junté a la cuneta y seguí, seguí, seguí, coroné, nadie me siguió. Joan Max, el mánager, me dijo: “Ahí viene Savoldelli”, que era el mejor bajando –terminó ganando dos Giros de Italia, literal, bajando–. Y yo, ‘ay, jueputa’, entraba a la curva y la cogía así el límite, casi por el bordillo con la arenilla, yo sentía esa bicicleta así temblando, pero salía pedaleando. Bajé jugándome la vida. Ahora digo “cómo bajaba así y nunca me caí en bajada”.