Antes incluso de meter los dedos de los pies en las turbias aguas del famoso pero prohibido Río Sena de París, el triatleta francés Thibaut Rigaudeau ya responde preguntas de amigos incrédulos.
“¿Te da miedo nadar en el Sena?”, dice que le preguntan. “Parece repugnante”.
Durante décadas, lo era. Aunque inmortalizado en el arte, la literatura y la música y adorado por amantes que susurran palabras de amor o se separan entre lágrimas en la privacidad de sus orillas, desde el punto de vista ecológico el río agonizaba. Era demasiado tóxico para la mayoría de los peces y para los nadadores, y se utilizaba principalmente como medio de transporte de personas y mercancías o como tumba acuática para bicicletas abandonadas y otros desperdicios. Nadar en el Sena, salvo algunas excepciones, estuvo vedado desde 1923.
Sin embargo, y aunque sus aguas mantienen un tono verde parduzco poco apetecible, esconden una historia de renacimiento.
Una costosa y compleja operación de limpieza está resucitando el Sena justo a tiempo para que tenga un papel protagonista en los Juegos Olímpicos Paris 2024 y más adelante pueda cumplir con su reputación de río más romántico del mundo, uno que de verdad sea apto para la gente. Y en un planeta que se está calentando, ofrezca una nueva posibilidad de baños refrescantes durante las olas de calor cada vez más frecuentes. También podría inspirar a otras ciudades para que inviertan en recuperar sus ríos.
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“Creará ondas, por decirlo de alguna manera, en todo el mundo porque muchas ciudades miran a París”, dijo Dan Angelescu, un científico que monitorea la calidad del agua del Sena para el Ayuntamiento con pruebas regulares. “Es el comienzo de un movimiento”, dijo. “Al menos, eso esperamos”.
La cuenta atrás para la cita olímpica ha acelerado una labor de limpieza de décadas. El Ayuntamiento señala que sin el imperativo de tenerlo listo para los 10.500 participantes olímpicos que pasarán por allí en julio y agosto, seguidos por 4.400 paralímpicos, podría haber tomado muchos más años financiar el proyecto en varios frentes, valorado de 1.400 millones de euros (1.500 millones de dólares). Además de acoger carreras de natación al aire libre, el Sena será la pieza central de una ceremonia de inauguración sin precedentes. Por primera vez, no se celebrará en un estadio, sino en el río y sus riberas.
De modo que tiene que estar listo. Las autoridades han perseguido a viviendas río arriba de la ciudad y casas barco en el Sena que vertían sus aguas negras directamente al río. Una ley olímpica aprobada en 2018 daba dos años a los barcos amarrados para conectarse al sistema de alcantarillado de París. También se están mejorando las plantas de tratamiento de aguas en el Sena y su afluente, el Marne.
Y se han dedicado más de 500 millones de euros (dólares) a enormes tanques de almacenaje y otras obras públicas que reducirán la necesidad de verter agua sin tratar y cargada de bacterias al Sena cuando llueve. Uno de esos tanques se está excavando junto a la estación parisina de tren de Austerlitz. El enorme agujero almacenará el equivalente a 20 piscinas olímpicas de agua sucia que ahora serán tratadas en lugar de verterse directamente al río desde los desagües.
El Ayuntamiento ha dicho que la calidad del agua ya está mejorando y que hay muchas más especies de peces que las dos o tres clases que podían sobrevivir en la suciedad hace unas décadas. Las muestras tomadas cada día el pasado julio y agosto en el tramo del río donde competirán olímpicos y paralímpicos mostraban que la calidad era abrumadoramente “buena”. En los estándares deportivos, eso significa aceptable.
Desde el ornamentado puente de Alejandro III, los triatletas serán los primeros en zambullirse en 2024, primero los hombres el 30 de julio y las mujeres al día siguiente. Después será el turno de los nadadores de maratón, el 8 y 9 de agosto, y los paratriatletas el 1 y 2 de septiembre.
Rigaudeau, que compitió en triatlón adaptado en los Juegos Olímpicos Tokyo 2020, está emocionado por la perspectiva. Confía en tener una primera impresión de la experiencia cuando París acoja pruebas de preparación en el Sena este verano como puesta a punto para 2024. Será la primera vez que Rigaudeau nadará en el río de su ciudad. “Seremos los ‘probadores'”, comentó. “Espero que no enfermemos”.
Después de los Juegos, el río debería reabrir a todo el mundo en el verano de 2025. El Ayuntamiento dice que están estudiando cinco posibles zonas de baño en París y otras más alejadas.
Las autoridades confían en que después de tantos años en los que nadar en el Sena era impensable, los parisinos empiecen a sentir que es seguro meterse en el agua cuando vean a deportistas los olímpicos y paralímpicos abriendo camino.
“Va a cambiar nuestras vidas”, dijo Rigaudeau. “Pero también es cierto que como todo el mundo piensa que está muy sucio, no estoy seguro de que vayan por propia voluntad, al menos al principio”.