Carlos Alcaraz cae en su debut en Cincinnati ante Gaël Monfils y explota destrozando su raqueta
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Carlos Alcaraz termina desesperado contra Monfils. Podía haber sido una victoria sencilla, de solo unos puntos, pues el partido llegaba tras ser suspendido por lluvia y con un tie break por jugar que, si lo ganaba, le daba el pase a la siguiente ronda. Pero no, lo perdió y la tarde se puso rara. Su tenis no dio para echar un jugador que ya está de vuelta y su cabeza tampoco estuvo a la altura.
Cuando le rompió el servicio Monfils en el cuarto juego del tercer set Alcaraz se reviró y rompió una raqueta contra el suelo de la rabia. Sorpresa general, pues el murciano es un tipo que siempre parece estar feliz, no es un habitual de los enfados, no digamos ya de tomarla contra el instrumento de trabajo. No es el único ni el primero en hacerlo, pero son muchos los que censuran ese tipo de reacciones tan viscerales.
En esto hay escuelas de todo tipo. Hace un año tuvo un enfado similar en Canadá. No llegó a romper la raqueta, pero sí a tirarla al suelo con evidente cabreo. Esa frustración, que se vuelve a repetir en la gira de pista dura del verano americano, le sirvió a Kyrgios para decir que estaba bien que de vez en cuando parezca un ser humano, que no se puede ser siempre perfecto. Cierto es que el australiano, un señor con tendencia a la tempestad interna, no es el mayor referente del comportamiento, pero no quita para que su opinión valga. Pocos saben mejor que él lo difícil que es en ocasiones mantener a raya tus demonios.
Alcaraz no jugó bien contra Monfils y perdió, lo cual es un resbalón importante para el siguiente objetivo del año, que es ser número 1. El francés es un jugador tremendamente veterano, ya no una estrella pero sí alguien que no se va a poner nervioso por más rival que tenga delante.
El español ya está en ese momento en el que puede amedrentar a muchos jugadores, mostrarse tan fuerte que gana casi sin salir del vestuario, pero eso no puede pasar con Monfils, que siempre fue un buen jugador y ha coincidido en el tiempo y el espacio con Nadal, Djokovic y Federer. Con ese camino a sus espaldas puede reconocer en Alcaraz un jugador excepcional, pero probablemente no un tótem al que adorar.
La derrota llega en una semana muy complicada, tanto para Alcaraz como para el resto de jugadores. La resaca de Roland Garros se empalmó con la de Wimbledon y cuando todavía estaba celebrando se plantó de nuevo en París para sacar otra plata. Mucho viaje, mucho cambio de superficie y demasiada tensión. Todo eso y un buen tenista fueron suficientes para hacerle perder puntos, pues el año pasado llegó a la final en ese estadio.
Jugar con el calendario
Por si todo eso fuese poco, esta semana está lloviendo tanto que los tenistas han terminado desquiciados. En Cincinnati, torneo importante, un Master 1000 ni más ni menos, llevan dos días mirando cómo cuadran los partidos entre chubasco y chubasco. Alcaraz tuvo que cortar su partido sin terminar el segundo set, cuando estaba a punto de ganar, se fue a dormir y volvió mucho peor. De haber ganado, además, hubiese tenido que jugar una doble sesión en el día.
Los jugadores saben que estar bien una temporada entera es complicado, que hay picos de sierra y que su preparación tiene que incluir también la incertidumbre. Saber cómo gestionar esos momentos de espera que, irremediablemente, llegarán.
Lo cuenta la mejor jugadora del mundo, la polaca Iga Swiatek. “La mayor parte de los deportes tiene cuatro meses de descanso, algunos incluso seis. Nuestro calendario es loco, y se pone más loco cada año, da miedo. Solo te queda entrenar con sensatez”, destacaba la número 1 del mundo, también atrapada en Cincinnati entre lluvia y lluvia.
Entrenar con cabeza significa darle a cada torneo su valor. Swiatek viene de Roland Garros, un éxito, Wimbledon, donde todavía no se encuentra del todo bien, y unos juegos en los que se llevó un bronce que supo a decepción. Ahora, cuando vuelve la rutina de las noches que no son de glorias, se toma las cosas con cierta calma.
“Después de los Juegos sentí que necesitaba resetear y concentrarme en recuperarme técnicamente. Este es el lugar perfecto para hacerlo, se siente menos loco. Es el primer torneo en pista dura, y no va a ser fácil, pero lo voy a intentar tratar como un torneo de práctica, no es que no me importe, pero es más para implementar las cosas que he estado entrenando, creo que es la mejor manera de afrontarlo para mí”, relataba.
Y todo es más complicado esta temporada, con los Juegos Olímpicos de por medio como elemento distorsionador. De hecho, la cita de París ha hecho para muchos imposible acudir siquiera a uno de los Masters de la temporada, el de Canadá, pues de haberlo jugado hubiesen tenido un calendario imposible, con cuatro torneos en cinco semanas, viajes por todo el mundo y constantes cambios de superficie.
Porque esto también forma parte de esa planificación loca de la que habla Swiatek. En Cincinnati las condiciones son opuestas a lo que vieron en Roland Garros para los Juegos, que a su vez eran muy distintas que la hierba de Wimbledon de un par de semanas antes. Tanto física como mentalmente este verano está siendo una prueba de esfuerzo para los jugadores. Y en todo ese barullo, Alcaraz se perdió contra Monfils.
Sobrevivir a todo e ir sumando puntos es el objetivo de Carlos Alcaraz, que ha dicho que quiere terminar el año siendo número 1. Eso implica un desafío tremendo, entender que el año será una consecución casi interminable de esfuerzos. Esta vez no ha salido.