Hay algo que justifica que una estatua de Rafael Nadal esté erigida afuera de la cancha Philippe Chatrier, en la periferia suroeste de París.
Ningún otro tenista ha mandado en un torneo de Grand Slam de la manera como Rafael Nadal ha gobernado en el Abierto de Francia, llevándose el título año tras año para totalizar una cosecha de 14. Resulta imposible exagerar cuán monumental es que el nombre de Nadal esté ausente del cuadro el domingo, cuando el torneo se ponga en marcha.
¿Cuándo fue la última vez que el grande en superficie en arcilla se disputó sin la presencia del español? Fue en 2004, mucho antes de que el torneo adoptase la igualdad en premios para los hombres y mujeres.
El estadio principal no se había reconstruido con un techo retráctil, ni se habían añadido sesiones nocturnas a la programación.
“Lo de él en Roland Garros es algo especial”, dijo Coco Gauff, la estadounidense de 19 año que perdió ante Iga Swiatek la final femenina de 2022 en París. “Recuerdo lo del año pasado… Cometí el error de dudar de él. Y acabó metiéndose en la final y ganó en sets corridos”.
Seguido, empleando el acrónimo en inglés para aludir al “Más Grande de la Historia”, Gauff apuntó: “Es el ‘GOAT’ en ese sentido. Un ‘GOAT’ en la arcilla. Alguien al cual no se puede subestimar”.
Cada jugador en el cuadro masculino tenía claro que había alguien al que se debía evitar en la llave. Y todos sabían con certeza que Nadal se iría de Francia con otra Copa de los Mosqueteros.
Su récord en Roland Garros: 112-3.
“Siempre será el favorito”, dijo Casper Ruud, el noruego que perdió ante Nadal en la final del año pasado. “Si juega”.
No lo hará esta vez: Nadal, quien cumplirá 37 años el 3 de junio, se bajó del torneo la semana pasada debido a la lesión en la pierna izquierda que le ha mantenido alejado de la gira desde enero. Su objetivo es volver a París en 2024 para el que probablemente sea su último Abierto de Francia.
“Roland Garros siempre será Roland Garros con Rafael Nadal o sin mí”, dijo el español.
Quizás. La verdad es que no hay otro torneo de tenis y jugador con un nexo tan estrecho como este certamen y este deportista.
Entonces surge la pregunta: ¿Quién aprovechará su ausencia?
¿Será el prodigio que ha sido señalado como su heredero? Carlos Alcaraz conquistó el Abierto de Estados Unidos en septiembre, con apenas 19 años, completó la temporada como número uno del mundo y acaba de volver a la cima del ranking.
¿Qué tal Novak Djokovic, responsable de dos de las victorias ante Nadal en el Abierto de Francia, y ganador de dos títulos en el torneo?
¿Le tocará a Daniil Medvedev, quien acaba de atrapar su primer título en arcilla? ¿O Holger Rune, quien ha conseguido dos victorias seguidas ante Djokovic?
“Este año lo veo más abierto que en otros años”, dijo Rune. “Es interesante. Será más divertido”.
Lo que se juega Djokovic es obvio: Un campeonato sería su 23ro en un Slam, con lo que rompería el empate con Nadal por el récord masculino. En este momento, el serbio de 36 años ha ganado 10 de los últimos 19 grandes.
Nadal coleccionó una media docena en ese período. Y tres tenistas se han llevado uno por cabeza, todos en el US Open: Alcaraz, Medvedev y Dominic Thiem.
Desde hace buen tiempo, la gente se preguntaba cuando los Tres Grandes iban a dar paso a un siguiente grupo. Roger Federer se retiró el año pasado. Nadal está cerca de acompañarle. Djokovic sigue pletórico, aunque recientemente ha padecido con una molestia en el codo derecho que se operó.
“La nueva generación está aquí. Alcaraz es el número uno del mundo. Juega increíble. Me parece excelente para nuestro deporte tener nuevos rostros, nuevos jugadores surgiendo. Es norma. Llevamos diciéndolo durante años — que iban a venir, el momento iba a llegar, cuando se produce un cambio generacional”, señaló Djokovic.
“Personalmente sigo tratando de resistir contra todos. Estoy muy feliz, desde luego. Muy feliz con lo que he logrado en mi carrera”, añadió. “Sigo teniendo la ambición para continuar”.
Nadal no ha perdido esa ambición. Pero no pudo recuperarse a tiempo.
Será muy extraño tener un Abierto de Francia sin el zurdo de Manacor. Extraño para el torneo en sí, para los demás jugadores, para los espectadores.
Y extraño para él.
“Imagínense lo difícil que es para mí tomar una decisión de esta naturaleza”, afirmó Nadal. “No es una decisión que tome yo, es una decisión que toma mi cuerpo”.